28 de junio de 1918
En un soleado día del verano de 1918, a las diez de la mañana, se reúnen en el local del Ateneo Racionalista de Sans, ciento sesenta y cuatro hombres. Tienen grandes y callosas manos, vestidos con chaquetas, blusas, gorras, pantalones de tela... La presencia de la Guardia Civil a la entrada del local es notoria, y el Delegado del Gobierno, presente en la sala, vigila sus conversaciones, sus idas y venidas. En justa reciprocidad, las fuerzas del orden reciben miradas atravesadas.
Ellos se saludan. Algunos ya se conocen de tiempo, otros sólo de nombre, otros de nada. Se llaman unos a otros “compañeros”. Sonrisas, apretones de manos, abrazos…, y van tomando asiento en modestas sillas. Han acudido convocados por el Comité Regional de Cataluña de la Confederación Regional del Trabajo (CRT) para discutir el rumbo que han de tomar en sus actuaciones, y representan a setenta y cinco mil ciento sesenta afiliados los sindicatos catalanes. Sus organizaciones de oficio, creadas para mejorar sus condiciones de vida, llevan nombres pintorescos: La Espiga de los panaderos de Barcelona; La Oceánica de los pescadores; los peones son de La Efusión; los inválidos de La Oportuna; los pintores de La Siempreviva; los de Géneros de Punto los de La Justiciera; los barberos de Palafrugell son de La Constancia Barberil… La Única, La Armonía, La Española, la Ideal Cristalera, La Fraternal… Otras sociedades obreras, menos imaginativas o más sobrias, se limitan a definirse por su oficio: toneleros, constructores de pianos, carpinteros…
A las diez y media de la mañana Joan Pey, del sindicato de la Madera de Barcelona, y uno de los convocantes del acto como miembro del Comité Regional de la Confederación Regional del Trabajo (CRT), declara abiertas las tareas del Congreso, explicando brevemente las gestiones realizadas y el por qué de la reunión. Todos ponen expresión solemne y mantienen silencio. Las palabras flotan con un aire soñador...
¿Quiénes son los protagonistas?
Obreros
Son todos obreros manuales. No hay líderes de origen burgués entre ellos. No hay intelectuales de profesión, porque estos trabajadores son todos intelectuales. Representan a la Cataluña “que piensa y trabaja”. Son personas que hoy día serían consideradas incultas, ya que apenas han ido a la escuela. Lo que saben se lo ha enseñado la vida y lo poco o mucho que han leído. Pero son capaces de sentarse a discutir cómo quieren que sea el mundo, son capaces de llevar a cabo lo que se proponen y desean de manera colectiva. Muy pocas personas dan ese perfil en la actualidad. Ah, hablan de una manera que os puede parecer muy antigua, llena de metáforas y giros barrocos. Es que son muy elegantes.
Anarquistas
Estos obreros son casi todos anarquistas, es decir, son personas que no quieren dominar ni ser dominadas. No sólo pretenden conseguir mejores salarios y jornadas de trabajo más livianas. También pretenden cambiar la estructura jerárquica y autoritaria de la sociedad, eliminar el Estado, abolir la propiedad privada y crear asociaciones libres de trabajadores para guiar la producción. Se han propuesto resolver la cuestión social actuando en el terreno económico, es decir, en el de la lucha contra el capitalista.
Catalanes
En su mayor parte son obreros catalanes. Hay una leyenda que atribuye el arraigo del anarquismo en Cataluña a la emigración de obreros andaluces… Sin negar esa contribución, puede decirse por los apellidos que los Escandell, Rubinat, Butsems, Miró, Benvingut, Llorach…, son en un 75% más abundantes que los Ruíz y los López. Algunos políticos catalanistas afirman que el anarquismo arraiga en Cataluña como un fenómeno traído “de fuera”, por gente atrasada y primitiva. Tal idea es falsa como puede verse. Ni son mayoritariamente de fuera, ni los que vienen de otras regiones son “gente atrasada”. Por el contrario, son personas de ideas muy avanzadas, universales, que van a construir la Cataluña moderna.
Valientes
Otra de sus características es que todos ellos son hombres marcados, señalados. En mayor o menor grado, gente valiente, decidida y audaz. Tienen vidas que darían para guión de cientos de películas. El carpintero que está hablando desde la mesa, Joan Pey, es un hombre sobrio, tímido. Parece incapaz de decirle a nadie lo que ha de hacer. Se desespera si no le cuadran las cuentas… Pues desarmó a dos policías en las recientes huelgas de la CNT, cuando fueron a detenerle. Esta persona tan discreta, mira con aire absolutamente inocente el incendio del “Turó Park”, centro de recreo de las clases adineradas barcelonesas, mientras la policía se devana los sesos buscando a los culpables en el entorno de la huelga de la construcción. Pey es un tipo puro, íntegro, el tesorero del sindicato, ha pasado varias veces por la cárcel. Desarmar a los policías no se lo perdonarán. Su destino está ya escrito y morirá dentro de cinco años a manos de pistoleros de la patronal de la Banda de Homs.
Sin perderle ojo, como para darle apoyo, está su amigo Francisco Miranda, presidente del Sindicato Único de la Madera. Paco es un cuarentón avanzado, también carpintero. Un hombre solitario, de pocos amigos, del que se dice que es “austero hasta el ridículo”. Junto a su amigo Pey, es una persona que no llama la atención de la policía, que jamás recomienda la violencia en público. Pero es la pura encarnación de la acción directa que no se detiene ante nada. Carpintero, ebanista, barnizador y…, químico. Actúa siempre solo o con Pey, que es de su misma condición…
Un poco más allá, como delegado de los lampareros, está Camilo Piñón Oriol, con una condena de 20 meses por no delatar a un compañero, infinidad de detenciones, trabajo como organizador, orador, activista… Será desterrado al Castillo de Mahón y a su vuelta la patronal le declara el Pacto del Hambre…
Desde una esquina, con los brazos cruzados sobre el pecho, observa el maestro racionalista Joan Roigé, animador de la escuela La Luz en la que se celebra el congreso. Es un maestro de la CNT, laico, que basa su enseñanza en la ética y el antiautoritarismo. Niños y niñas comparten las clases. En su escuela no hay exámenes, no se habla de Dios, la Ética es la asignatura fundamental, se anima al autodidactismo y se promueve la enseñanza oral mediante debates, lecturas, conferencias, discusiones, charlas… Pasará varias veces por prisión y muere en 1942 en la Barcelona franquista, olvidado, sin que se sepa cómo…
Dando vueltas por ahí se ve a un tipo bajito, seco, delgado…, hoy tiene aspecto de tuberculoso funesto. Su expresión es la propia para presidir un funeral… Ese es un obrero de Artes Gráficas, Evelio Boal, “incapaz de emitir una risa franca”. Cáustico, cínico, irónico, soso, tal vez algo insoportable. Es también director de una compañía de teatro de aficionados, en la que actúa como cómico en obras de tipo social. Y la gente se ríe a mandíbula batiente cuando sube al escenario. Además, le gusta más de lo debido empinar el codo con otros compañeros del sindicato. Se le considera un poco inconstante, un poco raro. Será el secretario general de la CNT en 1919. En una de las ocasiones en que le encarcelan, le suelta la policía por la noche y alguien le asesina por la espalda…
Militantes
Todos son así. Casi todos hombres, pero también hay algunas mujeres moviéndose como leonas. ¡Ah!, son gente extraordinaria. ¿Qué por qué? Por que todos trabajan y se ganan el jornal. Tienen familias, hijos y llevan el pan a sus casas. Pero cuando salen del trabajo, van al sindicato en lugar de meterse en la taberna o en la iglesia. Son los militantes, son “los que luchan”. Estudian las bases de trabajo, interpretan documentos legales y van a las empresas de obreros no sindicados a darse a conocer. Cuando se presentan al empresario, lo hacen con un tremebundo “somos la CNT”.
Los burgueses les temen y les detestan, porque cuando aparecen, las cosas dejan de funcionar como ellos quieren. Esos intrusos conocen al dedillo sus empresas, sus proveedores, sus ventas, sus clientes, sus beneficios, mejor que el propio contable, mejor incluso que el empresario. Cuando discuten no tienen problema de enfrentarse con economistas, con ingenieros, con policías, con sabios… Entienden lo que leen, contestan con fundamento, no se les puede tomar el pelo, y si te descuidas, te ponen una piedra en el camino y te encuentras sin dientes en tierra. Carecen de complejos, porque son los portavoces colectivos de una organización diabólica dedicada a trastornar el orden social. Son la CNT hecha carne, sudor y sangre.
Cuando los trabajadores se ven maltratados, desesperados, llaman a los militantes, a los sindicalistas, a los compañeros. Y ven que llegan al tajo personas como ellos, que dicen exactamente lo que ellos están pensando. Observan que entran en cualquier parte, que plantan cara a los poderosos, que apartan a quién se les opone, que abren puertas en las que pone “prohibido”, que reagrupan a los indecisos y a lo tibios, que no miran hacia atrás cuando van a la lucha, que no paran en la batalla hasta vencer o ser derribados, que encajan los golpes que les dan y que los devuelven con fuerza. Y, de repente, los trabajadores comprueban que sus opresores no son invulnerables. Constatan que pierden la chulería, que también sangran, también sufren, también se duelen de sus heridas, se tambalean y aflojan. Y entonces, de donde había uno, salen diez militantes, porque todos quieren ser como ellos. Ellos demuestran su superioridad ante el burgués en todos los terrenos, en el ético, en el laboral, en el del conocimiento... En el de la razón y la fuerza, en el de la valentía y el honor. Son héroes, gente increíble, nunca se vieron personas así en el mundo en tanta cantidad como en Barcelona, como en Cataluña a principios del siglo XX.
Por eso los burgueses les odian, y como respuesta están empezando a matarlos. Las vidas de los militantes peligran, y van preparados para lo que sea. Haz el siguiente experimento: colócate al lado del joven Joan Ferrer, un obrero de Igualada. Métele la mano en el bolsillo del pantalón y notarás una cuerda de cáñamo. Tira de la cuerda suavemente y ante ti aparecerá, subiendo camuflada por el tubo del pantalón y pasando a través del bolsillo descosido, una pavorosa pistola negra. Cargada y a punto. Si te acercas a los delegados, y les tocas la chaqueta o el pantalón, o los tobillos, o la gorra, o el lugar más insospechado, notarás un objeto duro y frío. Es “la herramienta”. No la quieren, pero se ven obligados a llevarla.
De momento, los protagonistas permanecen ajenos al futuro y al pasado, se centran en el presente y comienzan a discutir el orden del día.
Los antecedentes del Congreso de Sans
Para entender cuáles son las maquinaciones y motivaciones de estas personas, hay que mirar un poco a sus antepasados del siglo XIX. El movimiento obrero español de ese siglo tuvo un marcado componente anarquista. Estos militantes creaban Sociedades Obreras de Resistencia al Capital de carácter no sólo económico, sino ideológico, dejando bien clara cuál era su finalidad: la anarquía, una sociedad sin poder y sin explotación.
En sus actividades manumisoras, la fortuna no les sonríe. En el último cuarto del siglo XIX, y principios del XX, ¡ay!, las sociedades obreras inspiradas por anarquistas no tienen el desarrollo esperado. La represión es muy dura, los militantes son perseguidos, represaliados, encarcelados, desterrados o ejecutados. Sus organizaciones no consiguen desencadenar la ansiada revolución.
Pero tampoco se puede decir que a los socialistas del PSOE, la otra tendencia obrera presente en España, les vaya mucho mejor con sus moderadas reivindicaciones y su organización sindical al servicio del partido. Su sindicato, la UGT, no acaba de levantar vuelo.
La disolución de las organizaciones obreras libertarias debido a la represión o al desánimo, la modestia de las huelgas generales de 1902 y 1903, la tristeza por los resultados menores de lo esperado, hacen que los militantes anarquistas cuestionen sus antiguas actuaciones, y se plantean la necesidad de experimentar nuevas tácticas. Sienten que es precisa una organización estable, estructurada, trabada de manera orgánica, que supere a las duras y viejas sociedades de oficio. Y esta inquietud se hace más palpable en Cataluña, a cuyas industrias acuden grandes contingentes de trabajadores inmigrantes por la crisis agrícola y minera que hay en esos años del 1900.
Esta actividad organizativa obrerista de los anarquistas se está desarrollando (por resumir) entre dos tendencias ideológicas muy parecidas. La tendencia anarquista-sindicalista (AS) y la tendencia sindicalista revolucionaria (SR). Dos formas de plantearse la cuestión sindical que se entremezclan. Las diferencias son mínimas, pero importantes. ¿En qué consisten esos matices?
Los anarquistas-sindicalistas (AS).
Los AS dan mucha importancia a la lucha económica y social (contra el burgués, contra el empresario), frente a la acción política (que da más importancia a la competencia de partidos que aspiran al poder, para desde el gobierno realizar reformas).
La finalidad de la lucha económica para los AS es la realización de una revolución expropiadora que dé lugar a una sociedad anarquista con diversidad de organizaciones libres para la producción, distribución y consumo. Para llegar a esa expropiación, el Estado, como garante de la tiranía capitalista, ha de ser destruido.
Este campo de luchas económicas, sociales (así las llaman), exige la acción directa como táctica, es decir, el trato directo con el empresario sin intermediarios. La acción directa privilegia el activismo, la práctica, la movilización obrera. Los AS se muestran contrarios a la táctica de base múltiple, que procura la prudencia, el paso a paso, el crear cooperativas, seguros, cajas de resistencia, fondos de pensiones, empleo de mediadores… Para los AS los trabajadores tienen que ser protagonistas de su destino, y eso se consigue en el terreno de la lucha, que es la fragua donde se forjan los militantes. La lucha no es solo acción, sino también formación, cultura, aprendizaje, actividad constructiva y destructiva tomadas de la mano.
Por ese protagonismo que dan a los trabajadores, y que implica que cada cual ha de tomar sus propias decisiones, los AS insisten en la autonomía y libertad individuales, de las que se sigue la autonomía y libertad de las organizaciones que forman esos individuos. Estas organizaciones autónomas se unen mediante pactos federales, manteniendo siempre como bandera la de la independencia.
Los Sindicalistas Revolucionarios (SR).
El planteamiento SR establece igualmente la preferencia por lucha económica y social de los trabajadores. Mucho ojo: la lucha económica no significa suspirar por el dinero, sino desenvolver las actividades militantes en el terreno de las empresas, al margen de organizaciones políticas y religiosas. El SR reconoce la lucha de clases y la división de la sociedad en dos grandes grupos, el de los asalariados y el de los burgueses. Estas dos clases tienen intereses enfrentados. Los intereses de los trabajadores son comunes y llevan a estos a crear sindicatos para defender esos intereses.
Dado que hay una sola clase proletaria, ha de haber un único sindicato, basado en la Unión y la Solidaridad. La propia necesidad, la unión de los trabajadores, mueve a constituirlo. El sindicato “surge de la vida”.
El sindicato, para agrupar a todos los trabajadores, es neutro ideológicamente, apolítico. A él puede pertenecer cualquier obrero, piense como piense, tenga ideas religiosas, nacionalistas, de derechas o de izquierdas. Lo que une en el sindicato, es ser obrero y nada más. Por ello dice Josep Negre, primer secretario de la Cofederación que, "en CNT se observa la más estricta neutralidad, integrándola obreros de todos los matices".
De los intereses comunes de los trabajadores y de su defensa, surge la necesidad de un cambio social. Los burgueses explotan a los trabajadores, y por ello el sindicato pretende una revolución expropiadora, la Revolución Social, que dé lugar a una sociedad en la que no haya salario, lucro, competencia, desigualdad, ni propiedad privada.
El SR condena al Estado por ser el instrumento del Capitalismo para perpetuar la opresión burguesa. Para derrotar a la burguesía y al Estado, el arma a emplear ha de ser la Huelga General, un paro total de productores que de inmediato tomarán las riendas de la producción mediante sus sindicatos.
El sindicato no es solamente, por lo tanto, una sociedad de resistencia, ni un medio de educación del proletariado, sino la máquina de demolición de la sociedad presente, y de reconstrucción de la sociedad futura. Sus secciones económicas y de estadística permiten conocer necesidades y forma de satisfacerlas. Para el SR, el sindicato no necesita de ideología exterior a él, porque él solo se basta tanto para destruir el sistema económico imperante, como para construir y organizar uno nuevo. Cuando el burgués les pregunta que cómo van a organizar el mundo si destruyen el Estado y les expropian, ellos responden: “con el Sindicato”.
Las diferencias y similitudes entre SR y AS.
En realidad el programa de AS y SR en España (casi todos ellos también anarquistas) es muy parecido, podría decirse que complementario. Pero hay algunos matices muy importantes.
Para un SR el sindicato no ha de tener tutela de ideología de ningún tipo, ha de ser una organización apolítica para agrupar en su seno a toda la clase obrera. El sindicato destruirá la estructura económica capitalista mediante la huelga general, y el sindicato es la organización económica del futuro.
Para un AS las sociedades obreras han de tener inspiración anarquista. Los AS no son apolíticos, sino antipolíticos, y este sentir antipolítico (contrario a partidos, parlamentos y gobiernos) reafirma el anarquismo. Para el anarquista la meta es la anarquía, no una sociedad sindical. El sindicato es tan solo un arma estratégica, un instrumento de promoción de La Idea, de la acracia, y el anarquismo ha de estar presente en él. En la sociedad anarquista habrá sindicatos, pero también otro tipo de organizaciones, y lugar para los individualistas.
El sindicalista que hay en el SR insiste en la necesidad de organización, cotización regular, comités estructurados, coordinación y disciplina; el anarquista que hay en el AS insiste en no votar, no delegar, no aceptar mayorías ni minorías, no establecer centros decisorios. Quiere libertad individual, soberanía personal, ausencia de coerciones, y tener la autonomía como base de la organización.
Ambos propugnan la revolución, la expropiación universal, la abolición de la propiedad privada, la eliminación del salario, y, por tanto, la fórmula económica comunista como medio de superar la desigualdad y la injusticia. La táctica a emplear, en eso están ambos de acuerdo, será la acción directa, que se expresa mediante la movilización, el activismo, la propaganda, la reivindicación, la huelga parcial, el boicot, el sabotaje, el lábel o sello de calidad, y la Huelga General.
Es muy importante entender que ambas opciones, además, se mezclan. Dependiendo de la época y de la experiencia sufrida, pueden encontrarse personas que incidan más o menos en cada una de ambas opiniones o tendencias, o que asuman ideas de ambas en un particular cóctel. No puede decirse que en esos momentos formen facciones organizadas, sino que las personas se adscriben a unas actitudes o a otras en función del momento histórico.
En definitiva, estos hombres y mujeres están decididos a llevar a cabo la liquidación social, y quieren una organización que combine eficacia y disciplina, con sus deseos de libertad y autonomía. Una mezcla que es difícil de compaginar. Esa mezcla de anhelos, de deseos, es la que va a manifestarse en el Congreso de Sans de 1919.
El desarrollo de las tendencias
¿Pero de dónde ha salido el SR? El Sindicalismo Revolucionario aparece en Francia, le dan vida obreros como Ferdinand Pelloutier, Emile Pouget y otros militantes anarquistas en el sindicato Confederation General du Travail (CGT). Pelloutier y Pouget habían hecho circular, el primero memorias sobre las Bolsas de Trabajo (La Histoire des Bourses du Travail 1902) y antes incluso L'Organisation corporative et l'Anarchie (1896), y Pouget empezó a lanzar sus ardorosas andanadas en Greve générale réformiste et Greve générale révolutionnaire (1902) Les Bases du Syndicalisme (1904) Le Syndicat (1904) Le Partí du Travail (1905) L' Action directe (1907). Como veis el SR bebe de las aguas del anarquismo, y sus ideas están ya expuestas y en funcionaiento desde antes de 1900. Hay otra leyenda académica que establece que fue Georges Sorel, un intelectual y un burgués, el “padre de la teoría política del SR”, o “el padre de la teoría de la violencia política”, con su culto a la fuerza, sus mal digeridas lecturas de Proudhon, su monarquismo, su protofascismo, y su relación amor odio con el marxismo. Esa paternidad es falsa, pues no es hasta 1908 cuando Sorel publica sus “Reflexiones sobre la violencia”. Por lo tanto, el SR es un producto obrero de raíces anarquistas, con fuerte experiencia práctica que da lugar a una teoría que desarrollan obreros manuales. Gracias a la CGT francesa, el SR entra en España desde finales del siglo XIX y principios del XX, de la mano de los exiliados españoles, que entran en contacto con los sindicalistas franceses.
Hay que mencionar la tarea propagandística que desarrolla el pedagogo anarquista Francisco Ferrer, que entusiasmado por las ideas del SR fundará el periódico La Huelga General, realizará traducciones de las teorías de los obreros franceses y las publicará en la editorial de La Escuela Moderna, cuyos libros se distribuyen por toda España.
Otro personaje fundamental al dar su apoyo al SR va a ser el patriarca del anarquismo español, Anselmo Lorenzo, que igualmente realizará traducciones y publicará textos del SR. Anselmo Lorenzo tiene un gran prestigio en los círculos obreros y su opinión es muy tenida en cuenta. Amigo de Ferrer, el viejo internacionalista, que mantiene sus ideales anarquistas intactos, insiste en la necesidad de que los anarquistas entren en las sociedades obreras y tomen cargos en ellas para orientarlas mediante el ejemplo.
Pero Ansemo Lorenzo, ojo al dato, afirma que los franceses no han descubierto nada, y que el SR no es más que el viejo anarquismo societario (de las sociedades obreras) revestido de modernidad. Él defiende –en cierto modo- la tesis de que el SR ha copiado al sindicalismo catalán, que los exiliados españoles han llevado el SR a Francia en el siglo XIX, y no a la inversa… Así que más que de influencia, habría que hablar de interacción, de trasvase de ideas a través de los Pirineos.
Sea como sea, lo inventara quien lo inventara, gracias a la aportación teórica de Pelloutier, de Pouget, de Ferrer, de Lorenzo y de Prat y de muchos otros…, y a la actividad de los propagandistas y difusores, el SR va a ser adoptado por los anarquistas españoles como procedimiento de lucha que sustituya a las viejas sociedades de resistencia obrera, y le van a dar el nombre de sindicalismo moderno. Ese sindicalismo moderno seguirá otra trayectoria diferente a la francesa, ya que aquí la influencia libertaria se va a notar mucho más.
Esta interacción de ideas de SR y de AS puede rastrearse en diferentes declaraciones y manifiestos que están elaborando las diversas sociedades obreras. Por ejemplo, en 1917, la Federación Nacional de Obreros Agricultores (FNOA) en su II Congreso de Valencia, establece que:
“He aquí que reconocemos el SR como el principal factor de transformación social, como el medio de lograr las concepciones anarquistas. De esto se sigue, que el puesto de todos los hombres amantes de la anarquía está en los sindicatos obreros, para orientarlos, y entendemos que los campesinos deben luchar para mejorar su condición presente, basados en los métodos del SR, sin perder de vista su emancipación integral, o sea el conseguir el triunfo de la anarquía. Porque no solo aspiramos a conquistar más libertad, comodidades, higiene, garantía de vida, sino la completa dicha y libertad para todos; caminamos a una sociedad de productores libres, sin explotadores ni tiranos.”
Puede verse en este discurso, que ambas opciones van tomadas de la mano, se complementan, siguen el mismo camino y pretenden el mismo objetivo. Con matices importantes que las diferencian, pero unidas.
Cronología y eventos.
En 1906, según Josep Negre, se lanza la idea de Solidaridad Obrera, y nos cuenta que: “La idea de Solidaridad Obrera nació en la mente de algunos elementos obreros del Partido Socialista, sugerida por el movimiento solidario establecido entre fuerzas político burguesas catalanas -Solidaridad Catalana-”.
Que fueran socialistas los promotores, no animó mucho a los anarquistas a participar en el asunto. Ante las reticencias, los socialistas, cuya intención era conseguir integrar a esas organizaciones en la UGT, insistieron dando garantías de que “no querían una organización tendenciosa de carácter partidista”. Y así las sociedades obreras de Barcelona de inspiración anarquista o que estaban constituidas al margen de la UGT, se deciden a adoptar la idea y a formar Solidaridad Obrera como Federación Local en 1907.
Casi en paralelo, también en 1907, se celebra el Congreso Anarquista Internacional de Amsterdam. Fue un congreso que va a marcar tendencia, con participación de grandes figuras de esa ideología como Malatesta y Emma Goldman... Ambos libertarios manifestaron graves reticencias hacia el sindicalismo. Malatesta, de la tendencia anarcocomunista, explicaba que la Huelga General como instrumento revolucionario sería absolutamente ineficaz, ya que los obreros a los tres días tendrían que volver al trabajo por necesidad y hambre, o si el movimiento era lo suficientemente amplio como para liquidar a la burguesía habría que enfrentarse al ejército empleando armas y bombas. Y entonces, ¿de qué serviría la huelga?
A pesar de las reticencias, la insistencia de los AS hizo que se aceptase una proposición en la que los anarquistas de todos los tipos, entrarían en los sindicatos manteniendo el absoluto respeto a la iniciativa individual, “sin estorbar su libertad, juego y evolución”, que diría Emma Goldman. Por su lado el anarquista sindicalista Monate declaró que “El sindicato obrero no es sólo el núcleo de la lucha, sino el germen de la sociedad futura, y ésta será lo que hayamos hecho del sindicato”.
Todas estas influencias e informaciones, más las ya mencionadas frustraciones que tenían los anarquistas españoles por no alcanzar sus objetivos con rapidez, hicieron que entrasen en Cataluña masivamente en las sociedades obreras y creasen Solidaridad Obrera junto a socialistas y miembros del partido radical. Pero tanto socialistas como radicales dejarán pronto campo libre a los AS y a los SR. Los socialistas se marcharán cuando vean que es imposible integrar a SO en UGT; y los radicales abandonan el barco cuando comprueban que el imposible supeditar a SO a la política del Partido Radical. ¿Por qué los miembros de SO deciden crear la CNT y no ingresan en UGT?
La sangre de Francisco Ferrer i Guardia
En 1909 estalla en Barcelona la Semana Trágica. En protesta por la Guerra de Melilla y contra el embarque de tropas con destino a esa masacre, Solidaridad Obrera proclama la huelga el 21 de julio de 1909, y el 24 se forma el comité de huelga con participación de socialistas y radicales. El 26 de julio estalla la huelga en los barrios barceloneses, extendiendo las mujeres la protesta a Sabadell y Tarrasa. En Barcelona se levantan barricadas y el ejército proclama la Ley Marcial y el Estado de Guerra, conteniendo las protestas en el cinturón barcelonés, y acabando con la resistencia el domingo uno de agosto de 1909.
SO se vio incapaz de extender el conflicto por falta de coordinación. Y fue incapaz igualmente de impedir la ejecución de uno de sus más entusiastas partidarios: Francisco Ferrer, dinamizador del periódico Solidaridad Obrera, (llamada popularmente la Soli) cuyo primer número financió, será acusado de haber dirigido el levantamiento, llevado a Consejo de Guerra y fusilado sin mayores ceremonias.
Esta impotencia y rabia contenida ante los sucesos de la Semana Trágica, sufriendo destierro, persecución, exilio, ejecuciones, cárcel..., y contemplando los militantes que con articularse solo en los márgenes catalanes no podían organizar una reacción efectiva para hacer frente a situaciones tales como la Semana Trágica y la ejecución de Ferrer, unida a la ambigüedad de socialistas y radicales, que predicaron la revolución y jugaron a la moderación, les hicieron convocar para enfrentarse al “trust del Estado y la burguesía” una Confederación Nacional de los Trabajadores. Por eso Josep Negre dijo que la Confederación Nacional del Trabajo, nació “de la sangre de Ferrer”.
Es una explicación sentimental, pero no debe desdeñarse el efecto de catalizador que tuvo ese asesinato llevado a cabo por la conspiración del Ejército, la Iglesia y el Gobierno, en la génesis del nuevo sindicato.
Las diferencias orgánicas con la UGT
A ello se unían las diferencias de funcionamiento de la UGT y de SO. La UGT era una organización centralizada en sus decisiones, política, supeditada al PSOE, que empleaba la base múltiple (caja de resistencia, fondos de pensiones y seguros, creación de cooperativas, empleo de mediadores profesionales, aceptación de iniciativas políticas). En cambio SO proclamaba la autonomía de sus sindicatos, su apoliticismo, su amor por el activismo y su táctica de acción directa, que establecía que: “en los conflictos establecidos entre trabajo y capital, no ha de admitirse injerencia de intermediario alguno”. Por ello el divorcio entre UGT y CNT, estuvo servido desde sus orígenes.
Se funda la CNT
Por todo lo expuesto, a iniciativa de SO y de los sindicatos catalanes, en 1910 se crea la CNT, que nace como organización SR. Así se expresa el Comité Nacional de la CNT a través del periódico Solidaridad Obrera el 15 de septiembre de 1911:
“Para evitar una nueva repetición de estos sucesos (la desarticulación de las organizaciones obreras), no encontramos cosa que mayor convicción nos proporcionara, que la constitución de la CNT a base de federaciones comarcales, regionales, de industria y de oficio, las cuales se integrarán en la Confederación Nacional, para recabar la seguridad de que robustecida la personalidad de cada región, en el caso, aunque muy lastimoso, bastante probable, de fracasar por unas causas u otras el Consejo Central del organismo nacional, no implicara, como hasta aquí, el derrumbamiento total de dicho organismo y la desaparición por cierto número de años de la organización nacional del proletariado, pues éste quedaría siempre en pie, cobijado en sus respectivas organizaciones regionales”.
Por lo tanto la CNT dará autonomía a las organizaciones que la constituyen, promoviendo la “solidaridad de los trabajadores sindicados” desde una plataforma territorial (la localidad, la comarca, la región), frente a la “solidaridad nacional de los miembros de un mismo oficio”. Hay que señalar que esta nueva Confederación inmediatamente convoca una huelga general, y es perseguida e ilegalizada hasta 1914. Sólo empieza a funcionar de forma más o menos orgánica (siguiendo sus Estatutos) hacia 1915.
Los sindicatos de oficio
Conviene volver a insistir, para entender los debates del Congreso de Sans, que hasta ese momento, y durante el desarrollo de la CNT, las sociedades obreras anarquistas que se articulan en ella son “de oficio”.
Por ejemplo, los toneleros de un barrio podían estar federados en una organización, o incluso coexistir dos o más sociedades diferentes de toneleros en el mismo barrio. Esas organizaciones federaban a los toneleros de la región y de España con sus respectivas federaciones de toneleros, locales, comarcales, regionales y nacionales, desarrollando la solidaridad corporativa de los miembros del mismo oficio.
Los SR, por el contrario, van a insistir en la necesidad de constituir sindicatos de ramo, es decir, los que integren a toneleros, constructores de carretas, constructores de pianos, ebanistas... sin diferenciar a aprendices de peones o de oficiales, en el Sindicato Único del Ramo de la Madera, para fomentar la solidaridad de clase. Ese sindicato se coordina con los de una misma localidad en una Federación Local, y esa Federación Local con otras en una confederación Regional, y las diversas confederaciones en la Nacional, para fomentar la solidaridad y apoyo entre diversos ramos.
Esto no quiere decir que los AS estén por las sociedades de oficio y los SR por los sindicatos de ramo. Por los sindicatos únicos van a estar todos cuantos quieren darle al sindicato una base territorial y un mecanismo de solidaridad por encima del oficio. Y por los sindicatos de oficio van a estar sociedades de larga trayectoria muchas veces anarquista, con tradición organizativa muy fuerte, que se resisten a abandonar la estructura orgánica que han tenido hasta ese momento. Ya se ha explicado un poco más atrás, que no hay tendencias organizadas en torno al AS y al SR, sino que hay ideas a las que se adscriben personas, y personas que pueden cambiar de opinión a lo largo del tiempo en función de la experiencia.
La pelea previa al Congreso
Todos los encuentros y desencuentros entre tendencias, opiniones, hechos, deseos, aumento de tensiones, discusiones internas, broncas y peleas entre comités, anarquistas-sindicalistas y sindicalistas revolucionarios, hacen que el 5 de marzo de 1917 el Comité Regional de Cataluña de la CRT publique en primera página de Solidaridad Obrera una nota en la que presentan su dimisión irrevocable, instando al nombramiento de uno nuevo, debido a la falta de adhesión y de responsabilidad orgánica de los sindicatos de la CRT que les habían elegido:
“Estamos aquí sin fuerza de organización para desenvolvernos, y sirviendo solo de cabeza de turco para que todo el mundo se crea con derecho a discutirnos y a insultarnos, y esto, no debemos ni queremos consentirlo más... Está tan arraigado el principio económico en nuestra organización y es tanta la desidia y lo mucho que se confía al azar, que difícilmente los órganos federativos pueden contar con aquellos medios y elementos de juicio necesarios para que su acción surta los efectos que necesariamente debe producir. Mientras se tenga el concepto equivocado de que en esta pugna constante contra los poderes del capitalismo, cada población, cada sindicato, o simplemente cada individuo se basta por sí, estaremos incapacitados para toda acción emancipadora y mal podremos defendernos de la avasallante fuerza de la burguesía... Ha bastado aquí, que un oficio se lanzara a la lucha y viendo su causa perdida, pidiera solidaridad moral, la huelga de todos los oficios, se comprometiera la organización toda para sacar las castañas del fuego, sin que ni siquiera se le pidiera si estaba federado o si se federaría después”.
El comité dimitido va a dar voz a los planteamientos SR, afirmando que los defectos que asolan a la organización son el cuestionamiento continuo de sus comités, la inestabilidad orgánica, la falta de continuidad en la acción sindical primando el espontaneísmo y la audacia sin raciocinio, incluyendo en la laaarga lista de reproches el egoísmo corporativo, la falta de coordinación, no pagar las cuotas al comité para guardar los fondos para el sindicato, engañar sobre el número de afiliados, las incongruencias ideológicas..., todo ello publicado con gran lujo de detalles en La Soli.
“… Anarquistas que públicamente se declaran antisindicalistas, que en las asambleas sindicales se niegan a aceptar cargos por el hecho de ser anarquistas, quieren, sin embargo, ser los árbitros del sindicalismo, marcarle pautas, orientaciones, criterios y tácticas de lucha, y si no se les atiende quitan y dan patentes de sindicalista, de revolucionario, de anarquista, etc.; sabotean la organización, las publicaciones sindicalistas, denigran a los militantes, y cuando no, para acabar antes, declaran de una plumada el fracaso del sindicalismo” Soli, 3 de abril de 1917.
Con este telón de truenos, rayos y centellas de fondo, va a convocarse el Congreso de Sans para el 1 de julio de 1917. Pero la suspensión de garantías constitucionales decretada por el gobierno el 27 de junio de 1917, impidió la celebración de la asamblea, que se llevó a cabo definitivamente un año después con el siguiente manifiesto.
“Camaradas: convencidos de la necesidad existente de relacionarnos, para así fundir en uno los esfuerzos de todos, o de reunirnos para declarar públicamente a lo que aspiramos, cuáles son nuestros principios y cuáles los medios de lucha que debemos emplear en la batalla entablada entre el parasitismo, representado por el Capital, y el factor trabajo, nos proponemos al convocar el Congreso, al propio tiempo que labrar para el presente, no olvidar el futuro; ir acumulando fuerza e inteligencia para derrocar la presente organización social”
Contexto histórico.
Desde la fecha de 1914 en que se permite la vuelta a la actividad de la CNT, hasta la celebración del Congreso de Sans en 1918, la situación nacional y europea era, siendo moderado, muy compleja.
Por un lado, el inicio de la Primera Guerra Mundial (ocho millones de soldados muertos y millones de civiles) hizo que los empresarios españoles se dedicaran a exportar alimentos, ropa, materias primas a los países beligerantes. Eso condujo al enriquecimiento brutal de la burguesía, y al alza de precios en productos de primera necesidad, (comida, ropa, alquileres) lo que condujo a condiciones de vida muy duras para los trabajadores e incluso al hambre. La CNT desde el inicio de la guerra advirtió a las autoridades de lo que se avecinaba, carestía, escasez, y exigió medidas preventivas que no fueron tomadas. En vista de ello una alianza entre CNT y UGT provocó dos huelgas generales en 1916 y 1917 para exigir al gobierno medidas para controlar las subidas de precios.
La Guerra Mundial produjo también un terrible impacto sicológico sobre los anarquistas y el movimiento obrero, ya que comprobaron que organizaciones que se decían proletarias e internacionalistas, habían acabado justificando la guerra y apoyando a sus respectivos gobiernos. Ese belicismo había infectado incluso a algunos famosos anarquistas, como Kropotkin y Jean Grave, que se habían decantado públicamente por los aliados. En España la CNT y la mayor parte de anarquistas y sindicalistas se manifestó antimilitarista y pacifista, y llevó a cabo el Congreso Internacional por la Paz de El Ferrol el 29 de abril de 1915. A la pregunta de cuál era el mejor medio para impedir guerra, los delegados respondieron que el mejor medio era reconstruir por doquier la CNT y publicar diariamente Solidaridad Obrera, el periódico de la CRT que se estaba difundiendo por toda España.
Otro gran acontecimiento de 1918 es la gripe española (que se inició en EE.UU.), que se extenderá por Europa a través de los movimientos de los ejércitos y poblaciones desplazadas, matando entre treinta y cincuenta millones de personas en todo el mundo (entre 1918 y 1919). La censura fue establecida en todos los países beligerantes, que procuraron por todos los medios, no poner medidas preventivas, sino ocultar lo que estaba ocurriendo. Fue una matanza muy superior a la de la guerra y expandida por ella. El Congreso de Sans se celebrará en medio de la pandemia de gripe, viéndose pasar por las calles de Barcelona carretones llenos de muertos mientras los delegados discuten sobre cómo organizar el sindicato.
El tercer gran acontecimiento es la Revolución Rusa, que despertará un gran entusiasmo entre los anarquistas españoles y les hace sentir que están a las puertas del derrumbe del capitalismo. El anarquismo español en un principio, dio todo su apoyo y confianza a los bolcheviques. Fue más tarde, hacia 1921, tras los informes de los delegados de la CNT que viajaron a Rusia, cuando se critica fuertemente lo que está pasando en la URSS.
Dentro del Estado español -gripes, guerras, revoluciones y carestías aparte, el gobierno de la monarquía está cuestionado por las llamadas Juntas de Defesa, un sindicato de militares que protestan por no poder tener ascensos y mejores salarios, en contraste con los militares africanistas (del Ejército de Marruecos), que ascienden por méritos de guerra.
Y para liarlo todo aún más, los catalanistas han creado una "asamblea de parlamentarios que exige la convocatoria de Cortes Generales y un nuevo reparto de poder al margen del turno de partidos. La CRT con sus planteamientos obreristas y sociales, siempre se había mantenido alejada de “la cuestión autonomista”, declarando que si el gobierno de Madrid era una tiranía, la autonomía catalana era otra tiranía más, anacrónica, ajena a los intereses obreros. La situación fue explicada por Ángel Pestaña de esta manera:
“Nosotros no somos enemigos de la autonomía; nosotros lo que combatíamos entonces y ahora es el movimiento ficticio que algunos señores cultivaban muy esmeradamente porque así convenía a sus intereses. ¿Cómo podremos ser nosotros enemigos de la autonomía cuando nuestra organización vive a base de ella, cuando nuestros sindicatos son autónomos en su funcionamiento, cuando nuestras federaciones son autónomas con respecto a la Confederación Regional?”
Así que el ambiente es un tanto apocalíptico. Y son todos estos acontecimientos trepidantes, que exigen respuesta coordinada por parte de los militantes, los que les mueven finalmente a pedir al comité de la CRT que convocara el congreso. ¿Cómo lo llevaron a cabo?
2ª Parte. El Congreso de Sans
Procedimiento de discusión
Los asuntos propuestos fueron elaborados por los afiliados de los sindicatos en sus respectivas asambleas, y tenían que ver con cuestiones técnicas y prácticas, con problemas con los que se habían topado en sus quehaceres sindicales. Las cuestiones se planteaban mediante preguntas breves, de las que realizaron cincuenta y cinco que llamaron temas. Para facilitar la agilidad del Congreso, antes del mismo se reunieron los delegados de los diferentes sindicatos, y agruparon los cincuenta y cinco temas en ocho agrupamientos que organizaban todas las preguntas que se referían más o menos a los mismos asuntos, aunque luego se trataran los temas uno por uno. Esta agrupación de temas levantó suspicacias y provocó la protesta del delegado de Géneros de Punto de Mataró, ya que lo consideraba “una coacción a los delegados”, que limitaba la discusión en unos márgenes que no habían establecido los sindicatos. No obstante el agrupamiento fue aceptado y publicado en Solidaridad Obrera para que todo el mundo se diera por enterado.
En el proceso de diálogo y exposición de motivos previos al Congreso, fue de gran importancia el periódico Solidaridad Obrera. La Soli era en ese momento el periódico obrero más importante del país. Con salida diaria, en sus páginas se dieron cita todas las tendencias de la CRT, exponiendo sus motivos los diversos militantes. Es posible leer en sus páginas tanto ácidas críticas como llamamientos a la generosidad y al compañerismo por el bien de la Idea. El proceso de asambleas y artículos de prensa, continuó hasta la fecha de celebración del Congreso. Una vez realizadas las asambleas y tomados los acuerdos, las diversas sociedades obreras nombraron a sus delegados y les mandataron para ser sus portavoces.
La discusión en el Congreso
Para discutir los ocho agrupamientos que organizaban las preguntas planteadas, el Congreso asignó a diversos delegados la tarea de emitir un dictamen sobre cada uno de los temas. Se esperaba que a una pregunta breve, siguiese una respuesta breve, concisa y con poco margen de interpretación. Una vez emitido el dictamen, era a continuación discutido en el Congreso, con intervenciones en contra y a favor. Si no se aprobaba el dictamen se encargaba una nueva redacción a los delegados. Una vez se aprobaba el dictamen se consideraba tomado el acuerdo de manera vinculante. El agrupamiento de temas no acabó de gustar a algunos congresisas, a pesar de haberse aprobado, y así el delegado de la Federación Local de Sabadell, R. Comas, pidió nuevamente que se tratara punto por punto el orden del día, y que se leyera uno por uno cada tema, “para que el Congreso se capacite bien de lo que va a discutir”, lo cual se aprobó. Los congresistas –en resumen- van a tomar acuerdos de tipo orgánico (nuevos estatutos, organización de los sindicatos de ramo, potestad de comités, sindicación femenina, cuotas…), reivindicativos (jornada de trabajo, salarios, menores de edad, carestía…), e ideológicos (acción directa, relación con políticos, unidad con UGT, propaganda, enseñanza racionalista, actitud ante la guerra…)
Las sesiones del Congreso
El acto duró cuatro días, uno más de lo previsto, por lo denso del orden del día. Aparte de la participación de los delegados, hubo abundante público contemplando las sesiones, y algún presidente de Mesa llamó al orden pidiendo que sólo interviniesen en los debates los delegados debidamente acreditados. Cada día se celebraban tres sesiones de las que se hicieron un total de diez. Los debates comenzaban a las 9:30 haciendo pausa para comer; se reanudaban a las 15:30 hasta la pausa de la cena; y se seguía a las 21:30 hasta que se agotaban los asistentes y se iban a dormir. Hay que decir, no obstante, que casi siempre se comenzó las sesiones con media hora de retraso. Retraso que se ha hecho tradicional en la CNT, donde se habla de “la hora confederal” para manifestar que nunca se empiezan las cosas a la hora fijada, sino “a su hora”. Costumbre nefasta a erradicar que ha generado algunos chistes sobre la hora de hacer la revolución, con la inquietante pregunta de si también llegaríamos tarde a esa épica y trascendente cita. El Congreso finalizó con un mitin que estuvo a punto de ser suspendido en dos ocasiones por el Delegado del Gobierno, dada la contundencia de los oradores.
El 28 de junio
La revisión de credenciales.
Las dos primeras sesiones del Congreso se pasaron revisando las credenciales de los asistentes, y decidiendo quiénes participaban en él. Recordad que los sindicatos que acuden son “de oficio”, y hay una amplia opinión que pretende acabar con las duplicidades de sindicatos, con la ambigüedad de quién pertenece y quién no pertenece a la CRT. Tres sindicatos fueron vetados en principio: el sindicato de peones albañiles “la Efusión”, la Unión de Carpinteros de Barcelona y el Sindicato de Constructores de Pianos. Los carpinteros y constructores de pianos por incompatibilidad con el Ramo de Elaborar Madera, uno de los pioneros en adoptar la forma de “Sindicato Único”, y la Efusión por incompatibilidad con el Sindicato de Albañiles y Peones de Barcelona. Un Ramo, un sólo sindicato, es la exigencia. Estos sindicatos son, además, sociedades de oficio muy recalcitrantes a la hora de aceptar la integración en el sindicato de Ramo.
Finalmente todos aceptan que todos puedan deliberar en el Congreso, siempre que todos los delegados presentes acepten que las decisiones que se tomen son vinculantes, gusten o no. Pasado este primer escollo se llega a la noche, presentando el delegado de los Curtidores “La Unión Popular” una protesta enérgica por la “ostentosa presencia de la guardia civil”, que es aprobada con una estruendosa aclamación.
La acción directa versus la base múltiple. Primer tema del primer agrupamiento.
La tercera sesión comenzó a las diez de la noche con la siguiente importante pregunta: ¿Debe ser la organización a base de acción directa, o múltiple? Los miembros de la ponencia redactaron este dictamen:
Ya que aun cuando los principios que informan a la Confederación Regional se basan en las doctrinas y en las tácticas del SR, existen en su seno sindicatos que no entablan sus luchas con el capital en ese sentido, y aún que se rigen por la base múltiple, entendemos que el Congreso debe acordar que no deben pertenecer a la Confederación las entidades que no acepten en toda su extensión la acción directa.
Duro dictamen que dejaba totalmente al margen a las sociedades que fuesen más elásticas en sus tácticas. Los turnos en contra del dictamen criticaron su dogmatismo, y que de ser así aceptado el texto se dejaría fuera de la Confederación a muchos sindicatos. Y los que se manifestaron a favor lo hicieron en el sentido de dejar claro e inequívoco el carácter de la CRT en relación con otros sindicatos (de la UGT), mostrando el Ramo de la Madera, que cuando se llevaban perdidos decenas de conflictos, fue el empleo de la acción directa el que consiguió la racha de victorias del último año, como en el conflicto de ebanistas. La ponencia fue finalmente rechazada enviada a la comisión que emitió un nuevo dictamen:
En las luchas entre el capital y el trabajo, los sindicatos adheridos a la Confederación vienen obligados a ejercer de manera preferente el sistema de acción directa, mientras circunstancias de verdadera fuerza mayor, debidamente justificada, no exijan el empleo de otras fórmulas distintas.
Y así fue aprobado. Todos cedían un poco. Se hacía la concesión a los sindicatos adheridos que por falta de fuerza o de convencimiento no pudieran poner toda la carne en el asador, para que empleasen otras tácticas en la resolución de conflictos por causa justificada. Pero se dejaba inequívoca la preferencia por la táctica de acción directa. Y se entraba en contradicción con los estatutos de la CNT redactados en 1910, en su artículo segundo:
“Para la consecución de estos propósitos, la Confederación y las secciones que la integran lucharán siempre en el más puro terreno económico, o sea, en el de la acción directa, despojándose por entero de toda injerencia política o religiosa”
Identidad absoluta entre acción directa y lucha social. Compruébese la concordancia con el primer artículo de los estatutos que va a aprobar la CRT:
“Con la denominación de CRT de Cataluña se constituye un organismo cuyo objeto es: practicar la solidaridad entre las colectividades confederadas, dirigida a la emancipación integral de los trabajadores del monopolio propietario capitalista y de todos los que se opongan al libre desarrollo de las clases productoras, y dispuestas a extender su acción mediante pactos con las confederaciones análogas que se creen o ya existan en España, en Europa y en todo el mundo.”
Este tipo de contradicciones, entre lo que quieren unos y lo que quieren otros, entre lo que se cede y lo que es irrenunciable, llaman la atención en varias ocasiones a lo largo del Congreso. ¿Por qué se tomó este acuerdo que explicaba que “la acción directa es el método preferente”, y no el único?
Joan Peiró manifestó que “por realismo”. No se impuso en la CRT “de manera absoluta la acción directa para no cerrar el paso a organizaciones obreras de principios más amplios y elásticos”. La idea de aquéllos anarquistas era integrar al máximo número de sociedades obreras posibles, porque estaban seguros de que al final acabarían empleando la acción directa.
Hoy la gente olvida que hubo un tiempo en que “la sociedad obrera” o el “sindicato”, en cuanto que agrupaba a todos los obreros del gremio, era valorado en sí mismo como un triunfo -independientemente de su tendencia ideológica- y que había que salvaguardarlo por encima de todo. Implantar esta idea fue el triunfo de las viejas sociedades obreras de oficio previas a la CNT durante el siglo XIX. Para el obrero consciente de la época, la sociedad obrera-sindicato era su modo natural de organización (no estar afiliado era ser un esquirol) y eso es lo que explica algo a primera vista sorprendente a ojos actuales: se jugaba tácticamente a englobar a cuánta más gente mejor. En ocasiones los cenetistas hasta llegaron a fundar sindicatos de UGT para enrolar a despistados y ambiguos con algo de miedo a “meterse en líos”, para luego adherirlos, una vez organizados y fogueados, a la CNT…
Y así fue. Finalmente la acción directa se impondría por la vía de los hechos, “en toda su extensión”, en los meses siguientes. Los conflictos que convocan los sindicatos únicos de base anarquista serán ganados de manera arrolladora a base de acción directa. Aún no lo saben los delegados del Congreso de Sans, pero los 70.000 afiliados de junio van a convertirse en más de 300.000 –sólo en Cataluña- a principios de 1919.
Entidades ideológicas. Tema 47. Primer agrupamiento.
Se pasa a continuación a la siguiente pregunta “del primer agrupamiento”:
“¿Las entidades puramente ideológicas tienen derecho a intervenir directamente en asuntos escueta y exclusivamente obreros? Caso que la contestación fuese afirmativa, ¿debe considerarse que dichas entidades puedan y deban trabajar al margen de las cuestiones proletarias?”
Esta pregunta trataba de definir qué tipo de trabazón había de establecerse entre sindicatos y organizaciones culturales, del tipo ateneos, centros culturales, grupos de afinidad anarquista y escuelas racionalistas. Dado que los AS daban importancia a la presencia de la ideología en los sindicatos, la presencia de “entidades ideológicas” era aceptable para ellos. El dictamen de la ponencia establece que:
“Las entidades que no sean una agrupación de profesión u oficio para la resistencia al capital, no deben intervenir directamente en los asuntos que afectan a los sindicatos; pero el Congreso ve con simpatía que aquellas que sustenten un ideal social en consonancia con los intereses del proletariado, trabajen al margen de los sindicatos en pro de la emancipación de la clase productora.”
En definitiva, no a la intervención, y sí a la colaboración. Pero el delegado del sindicato de pintores pide la palabra y propone:
“Habiendo maestros racionalistas prestando muchos servicios a la clase proletaria, y siendo un elemento necesario para la lucha por la emancipación, podrán intervenir directamente en la cuestiones de los sindicatos, siempre que se organicen corporativamente.”
Y es que la “sangre de Ferrer” está muy fresca. Decenas de maestros están trabajando para las escuelas patrocinadas por los sindicatos, y a las que acuden los hijos de los obreros, y también los mismos obreros. Así que el Congreso aprueba que los maestros den su opinión en pie de igualdad dentro de la CRT, en el caso de que formen un Sindicato de Enseñanza.
Tema 48 primer agrupamiento. Delegados de los sindicatos.
¿Quiénes podían representar a los sindicatos? La pregunta tenía su miga, ya que había sindicatos que cuando tenían que enviar un delegado a defender sus ideas, acostumbraban a enviar a una persona de “probada capacidad y prestigio”. Alguien que supiese leer, escribir y con labia, aunque no estuviese sindicado ni estuviese trabajando como asalariado. Se había detectado que esta costumbre llevaba a veces a que se votasen acuerdos que luego no podían ser llevados a la práctica por los sindicatos, ya que el delegado votaba y defendía lo que le parecía. Y por ello se hacía esta pregunta:
“En las asambleas, reuniones, congresos, etc., para tratar asuntos sociales, ¿pueden transmitirse las delegaciones a individuos ajenos al sindicato que le confiere la representación?”
La respuesta del dictamen es:
“Un sindicado puede ostentar la representación de cualquier sindicato, siempre que este se la conceda directamente; pero no se considerará válida ninguna representación, aunque haya sido concedida por el sindicato, si ha recaído la elección en un individuo que no esté afiliado a ninguna sociedad de resistencia al capital”
Con lo cual se acababa con la costumbre de delegar en personas prestigiosas. Sólo podía representar a un sindicato obrero, alguien que fuese obrero. El dictamen fue matizado por “La Oportuna”, y quedó aprobado de este modo:
“Que para cuanto afecte a comités y federaciones en la localidad, no pueda nombrarse a ningún compañero que no sea del oficio y de la localidad; pero que cuando se trate de Congresos o de asambleas regionales pueda delegarse en un compañero de la localidad donde resida o de aquella donde el acto se celebre. Debiendo preferir para delegado a un obrero del mismo oficio, o de otro, en último extremo, siempre que sea sindicado y que el sindicato a que esté afiliado responda de su conducta.”
Temas 19 y 22 del primer agrupamiento
Aprobado el asunto de quién podía ser delegado, se pasaba a dos preguntas que también definían la personalidad de la CRT frente a la UGT.
“Pueden los políticos profesionales ostentar la representación de un sindicato? ¿Pueden estar los sindicatos domiciliados en un centro político?
Tras una “laboriosa discusión” –según las actas-, se aprueba el siguiente, conciso dictamen:
“Los políticos profesionales no pueden representar nunca a las organizaciones obreras, y éstas debe procurar no domiciliarse en ningún centro político”
De esta manera se delimitaba claramente lo que era “social” de lo que era “político”, subrayando la independencia de ambos ámbitos, y obligando a los sindicatos a disponer de infraestructura propia y a no nombrar como delegados a políticos profesionales, es decir, individuos que ejercían actividades de representación o de gobierno en ayuntamientos, parlamentos, diputaciones y partidos políticos.
No obstante hay que mencionar que la relación de algunos anarquistas con los republicanos federales existió más o menos siempre, o más bien no se rompió del todo nunca, ya que el obrerismo de matiz anarquista consideraba enemigo mortal a la monarquía, a la Iglesia y al caciquismo, al igual que los republicanos federales. Hay que volver a recordar, que estamos hablando de personas que cambian en el tiempo, que el anarquista más radical en 1910 puede estar firmando el pacto más reformista en 1919, ser concejal en 1931 y desaparecer de la historia en 1933. Y el viaje a la inversa también se produce. Y eso hace que haya contactos, relaciones, rupturas, tensiones y colaboraciones. En definitiva, lo que va a dar estabilidad a las ideas de los anarquistas, es la organización, la CNT, porque las personas cambian, pero el sindicato y sus acuerdos permanecen.
Con este debate acababa la tercera sesión avanzada la noche, nombrándose a propuesta de Géneros de Punto de Mataró una representación del Congreso para visitar en la Cárcel Modelo a los numerosos presos “por causas sociales”, es decir, a aquellos encarcelados por realización de acciones realizadas al servicio de la CRT o por cuestiones económicas. Recordad nuevamente que cada vez que se hable del “terreno económico” y de “la cuestión social”, los delegados se están refiriendo no al dinero, sino a la actividad sindical y cultural asociada a ella. Se hizo una colecta para “llevarles un obsequio” a los presos, y se decidió realizar el mitin de clausura en la Asociación de Dependientes de Comercio.
El segundo día. 29 de junio
Primer agrupamiento. Tema 21
Se inicia al día siguiente la cuarta sesión con un tema que se trataba de manera recurrente en todos los congresos: ¿Cómo sindicar a las mujeres? En la fundación de la CNT estaba presente una agrupación de mujeres, y ellas estaban afiliadas en los sindicatos. Pero no estaban representadas en relación con el número de trabajadoras. La ponencia decía que:
a) Es una obligación ineludible de todos los sindicatos procurar por todos los medios lícitos la organización en sindicatos de las mujeres –compañeras, hijas, etc.-, que empleando su actividad en alguna industria u oficio convivan con ellos.
b) En los sindicatos mixtos deberán las juntas administrativas ser mixtas también, a fin de que la mujer se interese por sus luchas y defienda directamente su emancipación económica.
Fue una obsesión del obrerismo anarquista meter a la mujer en el sindicato... Otra cosa es que fuera fácil, sobre todo porque vista la frecuencia con que el marido habitaba la cárcel, con la mujer sindicada se duplicaba el riesgo, y cuando ella era encarcelada quedaba la prole desasistida. Situación que se dio con más frecuencia de lo que se cree. Al menos desde 1884, se intentan crear específicas "secciones varias de mujeres trabajadoras" en las sociedades de oficio, habiendo un sindicato compuesto por mujeres en el congreso fundacional de la CNT. O sea, que las Mujeres Libres de 1936 contaban con lejanos antecedentes. También durante la Segunda República hubo sindicatos específicamente femeninos en CNT, uno de ellos en Morón de la Frontera. La cuestión femenina no se abordaba desde un punto de vista paternalista o piadoso, sino que se consideraba a la mujer como un ser humano que luchaba por su emancipación en todos los terrenos, y que había de liberarse de la opresión masculina a través de la conquista de su independencia laboral.
De este tema hablaría extensamente en el Congreso de Sans Rueda, delegado de los lampareros de Barcelona, mostrando como el peso de las mujeres catalanas había sido decisivo en las luchas habidas recientemente, ya que cuando los hombres fueron perseguidos y puestos a recaudo, ellas plantaron cara a la policía y buscaron los recursos para alimentar a las familias. Manifestó la igualdad de hombres y mujeres, pues ambos tenían las mismas necesidades y habían de tener los mismos derechos. La propuesta fue aprobada de manera unánime sin discusión.
Tema 26 primer agrupamiento.
Se pasaba así sin problemas a otro asunto que había dado muchos quebraderos de cabeza a los sindicatos en años anteriores. La pregunta era cómo debían pagar los sindicatos los trabajos que encargasen. Y la ponencia dijo que:
“Mientras haya en la localidad una casa que pague a sus operarios a tarifa y emplee obreros asociados, ningún sindicato podrá encargar trabajo alguno a otro patrono que no lo efectúe en esas condiciones”
¿Qué era lo que había pasado para llegar a proponer esto?
El conflicto de La Soli.
El periódico con más influencia no sólo de la CRT, sino de la CNT, Solidaridad Obrera, pasa por dos grandes crisis que afectan a sus miembros. Una la provoca la acusación -realizada contra su equipo director- de haber recibido dinero alemán, “el oro de la embajada alemana” para hacer propaganda pacifista y evitar que España entrara en guerra con los aliados, tras el bloqueo de los puertos españoles por submarinos alemanes. Las acusaciones son siempre rechazadas por Josep Negre, director de la Soli, aunque hay cenetistas que creen que realmente hubo algo de financiación en este aspecto y que algunos artículos de la Soli son dictados por los diplomáticos alemanes. Nada puede probarse al respecto.
El segundo conflicto, mucho más duro y que dará lugar a que se discuta en el congreso de Sans, lo produce la demanda contra la Soli de los trabajadores de la sociedad obrera Arte de Imprimir, una vieja asociación obrera unida a los comienzos del SR. Esta sociedad reclamó a Solidaridad Obrera (Federación Local de Sindicatos) que la impresión de la Soli se realizase pagando “a tarifa”, es decir, al mismo precio que imponía el sindicato. Dado que la dirección de la Soli carecía de fondos para pagar el precio exigido, comenzó a imprimirla en talleres que pedían menos dinero, siendo acusada inmediatamente por los trabajadores de “amarilla”. Ese color, el amarillo, es el de la infamia en el mundo sindical, ya que hace referencia al color de la bandera del Vaticano, y a la costumbre de la Iglesia de crear organizaciones obreras al servicio del capital. Sin inmutarse, Josep Negre contrató nuevo personal y recibió la reprobación de Arte de Imprimir, que llenó Barcelona con carteles pidiendo el boicot a la Soli. Fue un escándalo.
Arte de Imprimir estaba en esas fechas dirigida por el radical Lerrouxista Pijoán, por lo que se sospechaba que en el fondo el boicot era un ataque en toda regla del Partido Radical a la prensa obrera. Pero había además demandas de los trabajadores de Arte de Imprimir que mantenían que al periódico le faltaba "contenido Social" en su línea editorial, y decían así en la Soli en octubre de 1916 "creyendo de una necesidad absoluta que el vacío social que llena el diario no vuelva a aparecer ante nuestros ojos". Para complicar más el escenario de la Soli, se añadió una nueva acusación, la de malversación de fondos.
Ante la escasez de dinero para pagar la imprenta, el versátil Josep Negre tomó fondos destinados a los presos, con acuerdo de los sindicatos, teniendo que devolverse ese dinero en fecha inmediata con la recaudación de las ventas. Hubo gente que pensó que el dinero no fue devuelto en su totalidad, y Salvador Quemades desde el diario El Progreso realizó la acusación, que fue contestada por el administrador del periódico José Goyadol, y por Josep Negre.
Manuel Buenacasa, un militante que llegará a ser Secretario General de la CNT, ataca igualmente a Negre, ya algo viejo, y este defiende su integridad como un tigre en un careo público en el Centro Obrero de la calle Mercaders de Barcelona los días 27 y 28 de enero de 1917. Las acusaciones son “rebatidas, demostrada su falsedad”, y la Soli lo publica de ese modo en su número del 1 de febrero de 1917.
A pesar de todo, el conflicto se mantiene durante meses, hasta que en mayo de 1917 una asamblea regional de la CRT condena la actitud de Arte de Imprimir con respecto al portavoz de la CNT. Finalmente el discutido equipo directivo de Soli que encabeza Josep Negre es sustituido por el de Ángel Pestaña, que acepta el cargo, con la condición de "no ser retribuido por ello". Josep Negre, que hasta la fecha ha tenido un gran protagonismo en la CNT, deja paso a nuevas generaciones de militantes
Todos estos hechos planearon en el debate del Congreso de Sans. Se rechazó la ponencia y se redactó otra más pragmática, más moderada, o más mirando por la economía de la organización que establecía que:
“Puede trabajarse a más baja tarifa, según interesen las necesidades de la organización y previa consulta y conformidad de los interesados y el sindicato a que pertenezcan.”
Hubo protestas de la Federación Local de Barcelona manifestando “no estar de acuerdo con este proceder”
Temas 40, 44, 48 y 50 del primer agrupamiento.
Tras la dura discusión se pasó a votar dictámenes de reivindicaciones clásicas en la CNT.
“Siempre que un sindicato haya de hacer una demanda que no sea de rebaja en la jornada, concederá prioridad a la abolición del destajo. Es un deber de todo asociado impedir como fuere la explotación de los menores de edad. No se trabajarán horas extraordinarias bajo ningún pretexto en ramo alguno mientras haya parados del mismo oficio, y si el sindicato a que pertenezcan los compañeros a quienes se obliga a realizar el exceso de labor se considera fuerte para ello, no permitirá que se trabajen horas extraordinarias en ningún caso. Aquellos oficios que hayan conseguido implantar como máxima la jornada de ocho horas, ayudarán a los demás a conseguir dicha mejora, y luego, a criterio de las Federaciones, podrá irse a la implantación del jornal único a medida que las circunstancias lo permitan.
Todas estas medidas procuraban crear lazos de unión y solidaridad, de sentimientos compartidos, entre los trabajadores por encima de diferencias de categoría o de ramo de producción. La mentalidad con la que enfrentaban el problema de las horas extras, del destajo y del jornal único, nos muestran lo lejos que estamos a día de hoy de conseguir reivindicaciones tan básicas al haber sido eliminadas del imaginario colectivo. Y no eran acuerdos fáciles de tomar, nada de eso, porque los obreros vivían al día, y trabajar a jornal implicaba recibir un sueldo ajustadísimo, que daba para comer, vestirse, pagar el alquiler y nada más. Adoptar un acuerdo contra horas extras y destajos suponía muchísimo sacrificio. Pero preferían eso y desarrollar el Apoyo Mutuo, a tener más dinero haciendo horas extras. Hoy, individualizados los trabajadores, muchos no tienen problema en hacer todas las horas extras del mundo y en competir unos con otros por cuatro céntimos. Algo vergonzoso. ¿Cómo llegaron a tomar los cenetistas aquéllas bravas decisiones? ¿Cómo explicar la falta de nervio de los trabajadores actuales? Sabemos que ni la miseria ni la abundancia producen revolucionarios, sino más bien policías, mercenarios, sicarios y guardias jurados. La solidaridad no es algo congénito, sino algo que se aprende, y estos acuerdos y la coacción moral que imponen contra el destajista y contra el esquirol, hubieran sido imposibles sin la propaganda previa (acción y educación) realizada durante el siglo XIX por los anarquistas de las Sociedades de Resistencia y Oficio.
El segundo agrupamiento
Terminada la primera tanda de discusiones, se pasaba a la segunda, claro, que se refería a cuestiones económicas y de financiación de la estructura sindical. Los debates dejaban bien claro que no había un duro, que las necesidades eran muchas, y los recursos muy escasos. Y que había un montón de presos “sociales” pudriéndose en las cárceles. Se implantaba una cuota de diez céntimos por federado, repartiéndose lo recaudado a partes iguales entre el comité nacional, el regional, el local, la Soli y el comité pro-presos. Se establecía un comité pro presos de nivel nacional, constituido por un delegado de cada regional, disolviéndose los comités pro presos locales. Aparte se editaba un sello de cotización voluntario para los presos en el que podrían colaborar “todos los compañeros que sientan amor por la causa de los oprimidos”. Se contrataba a cinco redactores para hacer el periódico Solidaridad Obrera que serían pagados a tarifa (por el motivo expuesto anteriormente a seis pesetas diarias). Y se autorizaba al Comité Regional para hacer “excursiones de propaganda a los puntos más necesitados”. Ah, y tomaron la decisión de nombrar un secretario retribuido sin dar mayores detalles. Era un acuerdo que rompía la tradición de no tener personal pagado en cargos, y se redactó de esta manera:
“Se creará una plaza de secretario retribuido del Comité de la CRT. El compañero que la desempeñe deberá ser asociado y no tendrá voto en el Comité”
Es decir, que el “secretario retribuido” (el ferroviario Pablo Ullod) era destinado a trabajos técnicos y apartado de la toma de decisiones en el comité (que no en su sindicato). No obstante, este acuerdo no sentó precedente y el personal pagado fue siempre una excepción puntual en la CNT. Juan Díaz del Moral en su Historia de las agitaciones campesinas andaluzas (1929), establece que algunas de las diferencias entre las agrupaciones sindicalistas (de CNT) y las socialistas (de UGT) son: “que en las agrupaciones sindicalistas no hay taberna, sino biblioteca, que rechazan el juego, que no tienen personal a sueldo…”
Y en este laborioso punto del Congreso de Sans, agotados por lo que pueden ver en expresiones desencajadas, bolsas en los ojos, estiramientos y bostezos enormes, pasaron a tomarse el almuerzo.
La quinta sesión
A las 15:30 (puntuales esta vez), retomaron la cuestión de los sueldos de los periodistas y redactores de la Soli y el precio a que se debería vender. Un largo debate que consumió esta quinta sesión, dando capacidades disciplinarias y de elección de personal a la Administración y a un Consejo Consultivo del periódico, y estableciéndose el procedimiento para destituir al Director si fuese necesario:
“Para la cuestión del personal entendemos que el de la redacción y administración debe cobrar el sueldo de seis pesetas diarias, y que los asuntos de orden interno queden a competencia de la Administración y del Comité Consultivo solventarlos”
Con estas cuestiones entre manos, llegaron a la sexta sesión a las diez de la noche, pasando al tercer agrupamiento. Y si penosa había sido la jornada hasta el momento, la que se les avecinaba tenía tonos mucho peores, porque se iba a discutir la cuestión del Sindicato Único.
Sexta sesión. Tercer agrupamiento
Es de noche. Tras algunas intervenciones protestando por las noticias tendenciosas de la prensa burguesa, y lo que se va o no a discutir, los delegados del Sindicato de Constructores de Pianos, Vasart, Vilarroya y Miguel, anuncian que han venido:
“A combatir al Sindicato Único, y pedimos a los que proponen el tema que expliquen la finalidad que persiguen”.
El sindicato de constructores de pianos estaba constituido por obreros de la madera muy especializados, del que se decía –según Joan Ferrer-, que eran “muy elitistas”. Querían seguir manteniendo su estructura propia y no integrarse en el ramo de la Madera, uno de los pioneros en adoptar la forma de Sindicato Único de Ramo, tras las huelgas de ebanistas que dieron un triunfo a ese oficio gracias a la solidaridad de todos los obreros de la madera. Lo mismo había ocurrido con los fideeros, que tras la detención y encarcelamiento de todos sus oficiales en otra huelga, fueron sustituidos en la lucha por el Ramo de Alimentación. Ambos ramos, Madera y Alimentación, “creados en rigor por la lección de solidaridad”, eran abanderados del Sindicato Único y pretendían la inclusión en ellos de todas las sociedades de oficio. Tanto los pianistas, como los peones de La Efusión, los panaderos de La Espiga, los Toneleros, los Agricultores de Sitges …, afirmaban que el Sindicato Único era “un organismo absorbente, un monopolio”. Pero enfrente tenían a un gran número de partidarios del sindicalismo moderno que manifestaban que el Único disminuía la burocracia y el número de comités, unificaba al proletariado, hacía más cortas las luchas, obtenía más victorias y respetaba la autonomía de sus secciones. Los debates a favor y en contra prosiguieron hasta muy tarde, y dado “lo avanzado de la hora”, para acabarlo de arreglar, se entabló otro debate sobre la conveniencia de suspender o no la sesión, “acordándose continuar”, supongo que para desesperación del Delegado del Gobierno y de los guardias civiles que vigilaban en Congreso. Esto de llegar tarde y quedarse hasta muy tarde, es característico también de la CNT.
Debatida la conveniencia de seguir debatiendo, se continuó con el tema del Único hasta una hora “aún más avanzada”, y ya no pudiendo mantenerse más sentados, acordaron hacer una pausa y dormir un poco para continuar al día siguiente.
El treinta de junio. La séptima, octava y novena sesiones
A las diez de la mañana se retoma con la misma mesa del día anterior la misma discusión, de la que los delegados empiezan a estar hartos, porque aparecen proposiciones solicitando que se acabe de una vez el diálogo y ya no se den más palabras. Pero las palabras continúan, y sólo se interrumpen para leerse las adhesiones al congreso de otras partes de España. La Federación de Agricultores de España desde Jerez saluda al Congreso y anuncia su triunfo en una huelga…
Viendo los partidarios de las sociedades de oficio que estaban en minoría, piden un tiempo de adaptación, para que poco a poco los sindicatos se fueran integrando en las nuevas estructuras, o que sólo se establecieran en determinada localidades, o que se admitiesen las excepciones, o que se limasen las asperezas... Pero los tintoreros no estaban por la espera, afirmando contundentes que “por encima de las asperezas existen las necesidades y las conveniencias colectivas, y por lo tanto somos partidarios del Sindicato Único”…
Como el debate se eternizaba, el presidente de mesa solicitó que sólo interviniesen los partidarios de las sociedades de oficio, teniendo en cuenta que los del único habían dicho ya cuanto tenían que decir. Pero los delegados siguieron hablando a favor y en contra sin limitarse ni cortarse. Y así acabaron la séptima sesión a las 14:15 y continuaron con la octava y con la novena, hasta que se cerró el turno de palabras, y se aprobaron los siguientes dictámenes “a avanzada hora de la noche”:
“1. Que el Congreso acepte que la organización obrera no llegará a alcanzar su máximo de potencialidad si no se constituye a base de sindicatos de ramos o industrias.
2. Que los sindicatos ya constituidos en principio a base de ramos o industrias deberán continuar extendiendo su organización a todas las secciones que aún permanezcan aisladas en su respectivo seno.
3. Que aquellos sindicatos a base de ramos e industrias ya constituidos deben ingresar las secciones que aún no lo hayan hecho si no quieren quedar aisladas de los trabajadores organizados.
4. Entendemos que debido a la evolución que los trabajadores vienen efectuando, y ateniéndonos a las enseñanzas que de las luchas se desprenden, consideramos que todas las federaciones de oficios, tanto regionales como nacionales, no tienen necesidad alguna de subsistir. No obstante, como sea que entendemos que las tareas de este Congreso no pueden traspasar los límites de la región y esta cuestión los traspasa, creemos que debe dejarse su resolución para el primer Congreso de la CNT.
5. Entendiendo que todos los sindicatos tienen la obligación de pertenecer a las federaciones locales respectivas, creemos que la CRT debe ser constituida a base de organizaciones locales o comarcales, única manera de dejar impuesta la solidaridad que entre los sindicatos debe existir. Entendemos también que en las asambleas o congresos que la CRT convoque sólo deben tener personalidad y estar representados los sindicatos que formen parte de la Regional.
ACUERDOS:
1. La base de la organización, serán los sindicatos de ramos o industrias.
2. En los sindicatos de ramos o industrias ya constituidos deben ingresar las secciones de oficio que aún no lo hayan hecho, si no quieren quedar aisladas de los trabajadores organizados
3. Los sindicatos deben ingresar en las Federaciones Locales, y los que no lo hagan quedarán al margen de la organización obrera.
4. No se considerarán útiles las Federaciones Nacionales de Oficio. Pero como esa cuestión compete a un congreso nacional, a él se deja la resolución de este asunto.
5. La CRT se organizará a base de Federaciones Locales o Comarcales.
6. Las localidades que puedan hacerlo quedan en libertad de constituir el Sindicato Único de Trabajadores.”
Y así se votó en una noche de verano, en la madrugada del 1 de julio de 1918. El humo azulado de los cigarros sale por las ventanas abiertas. Se lanzan vítores, se emiten suspiros de alivio, juntándose las aclamaciones de “los del Único”, con las caras de resignación de “los de Oficios". En este momento solemne, aunque no lo sepan ni sospechen sus protagonistas, puede decirse que nace realmente la CNT. Nace en un congreso regional que va a dar la pauta de comportamiento al resto de Federaciones Regionales, que en ese momento están mirando “lo que pasa en Sans”. Cataluña es el laboratorio de las ciencias sociales en el que estos obreros están experimentando sus nuevas armas tácticas y estratégicas. La Confederación, que ha sido engendrada por la iniciativa de obreros catalanes principalmente en 1910, tras un azaroso y peligroso embarazo en el que ha sido perseguida, ilegalizada, sus centros clausurados, sus militantes presos.., se ha levantado durante los años de 1915, 1916 y 1917 para culminar el proceso de definición de estructuras en este Congreso Regional de la CRT. El entusiasmo generado por el sindicalismo moderno va a contagiar a todas las regionales de la CNT. Un duro dictamen, en definitiva, que desmantela la vieja solidaridad de oficio, articulando la solidaridad del territorio. Es un cambio estratégico de amplio calado, aunque los obsesionados vencedores proclaman que el cambio se hará sin imposición, “haciendo valer la amistad, el cariño y la razón”… “Y el que no quiera, a la puta calle”, podría añadirse. Así es esta CNT llena de contrastes.
Pero aún no han finalizado las sesiones. Tras descargar sus emociones, el presidente de Mesa pide la vuelta al orden.
Sigue la novena sesión. Cuarto y quinto agrupamiento.
Con la noche planeando aún sobre los delegados, se pasa a discutir el procedimiento para constituir escuelas racionalistas bajo mecenazgo sindical. La ponencia emitía un dictamen que agrupaba los temas 24, 27, 45 y 31, que trazaba un plan que tenía un escollo de muy difícil aceptación: exigía una cuota de 20 céntimos por federado, para fundar “cinco escuelas unitarias”, con un presupuesto de 49.800 pts anuales. Trescientos euros de hoy día. Teniendo en cuenta que la cuota sindical por federado había sido establecida en diez céntimos, y que un trabajador cobraba unas tres pesetas diarias que no daban para lujos, el esfuerzo que se pedía a la Federación Local de Barcelona, que era donde se querían implantar las escuelas, parecía excesivo a muchos congresistas.
Mientras la ponencia se retiraba para reelaborarla de manera más aceptable, se pasaba a tratar la cuestión de “la unificación del proletariado” (5º agrupamiento). Un primer dictamen instando a iniciar negociaciones para realizar un congreso de unificación con la UGT, fue rechazado.
Lo que se pretendía era fusionar a la CNT con la UGT, algo que a esas alturas era más que complicado, no sólo por las diferencias de táctica, estructura, estrategia, supeditación al PSOE, etc., sino sobre todo por la actitud tenida por la UGT en la huelga General de 1917. Esa huelga llevada a cabo por la alianza UGT-CNT fue considerada un éxito dadas las circunstancias, y fue necesario el ejército para acabar con la resistencia de los trabajadores, llevada a cabo fundamentalmente por los miembros de la CNT. Fue detenido el comité de huelga y encarcelados numerosos afiliados de ambos sindicatos. Pero cuando llegaron las elecciones parlamentarias, el PSOE se presentó a ellas llevando como cabezas de lista a sus presos más ilustres, que fueron elegidos y salieron de prisión. Ello fue visto como una traición por los cenetistas, que arraigaron más aún en sus tendencias antipolíticas, convenciéndose de que mientras la UGT no rompiese sus ligaduras con el PSOE no habría unidad posible. Así que la conveniencia de unificar a la UGT y a la CNT, fue dando paso a la idea de unificar al proletariado en la CNT, dejando atrás por rebasamiento a la UGT. No obstante el deseo de unidad persistía, y el poco entusiasta acuerdo final, tomado a las tantas de la noche, fue el siguiente:
“El Congreso debe ver con simpatía cuantos trabajos se realicen para la unificación del proletariado español en un solo organismo. Y de un modo oficioso, la Sección Norte de Ferroviarios de Barcelona se dirija a la Federación Local de Zaragoza o de otra región, si ella se ve imposibilitada de hacerlo, para convocar a todas las entidades de España a una asamblea a fin de llegar a la unificación del proletariado español.”
Posteriormente continuó la discusión en torno a la creación de escuelas racionalistas (cuarto agrupamiento), consumiéndose el tiempo en turnos a favor y en contra del proyecto, siendo mayoritaria la posición de quienes lo creían irrealizable, redactándose así el acuerdo:
“Crear una cuota voluntaria de cinco céntimos por asociado destinándolas a tal fin, y hacer todos los esfuerzos por la creación de las escuelas racionalistas”.
Aunque no se aprobó la creación de las cinco escuelas, los sindicatos más tenaces en este empeño no renunciaron al proyecto y en los años siguientes el Sindicato de la Madera patrocinará la escuela racionalista más importante del Cataluña, la escuela Luz y Vida, que servirá de referencia a decenas de escuelas financiadas por sindicatos, ateneos e instituciones culturales libertarias.
Pasaron a continuación los delegados, inasequibles al desaliento y resistiendo al sueño nuevamente, a discutir la siguiente pregunta del séptimo agrupamiento:
“¿Qué actitud debe ser la del proletariado ante la burla que representa la amnistía recientemente promulgada? ¿Qué medios podríamos emplear para que amnistíen a los compañeros presos y perseguidos que no han incluido en la última amnistía? ¿Qué determinación debe tomar la clase obrera ante la cuestión de los ferroviarios despedidos a raíz de la huelga de agosto”.
Y es que había cientos de presos cenetistas en prisión, preventivos y condenados, que se habían ido amontonando desde la huelga general de 1916. El problema era muy grave, porque las familias vivían del jornal diario, y meter al hombre en la cárcel significaba el hambre para su gente. La burguesía establecía listas negras, y cuando el preso salía era condenado al Pacto del Hambre: nadie le daba trabajo. Por eso los sindicatos se encargaban de que a mujeres e hijos de presos no les faltase de nada. La prensa editaba continuamente las listas de donantes y los comités pro-presos les visitaban y suministraban abogados. El apoyo al preso es una cuestión a la que son muy sensibles los anarquistas, “cuestión de honor” –decimos-. Por un lado porque la cárcel dentro de la ideología anarquista es una institución a suprimir, y por otra porque estamos en peligro continuo de acabar en ella. El texto aprobado fue el que sigue:
“La ponencia entiende que puede hacerse una campaña intensísima por todos los trabajadores de España, hasta conseguir la liberación de los presos por cuestiones sociales y conseguir la readmisión de los ferroviario. Entendemos que es ésta una cuestión de honor para el proletariado y que en ningún concepto debe desertar de esta cruzada, si no quiere dar sensación de cobardía, de sensibilidad moral que atiende solo a sus particulares conveniencias, pero que no se inspira y falta en los elevados dictados de la justicia y el espontáneo espíritu de solidaridad. Si la campaña no surtiera sus efectos, debe convocarse una magna asamblea nacional de todo el proletariado de España, para que en ella se adopten los acuerdos pertinentes”.
A su vez los presos de la Modelo mandan su saludo al Congreso.
“A los compañeros delegados del Congreso, Salud. Adelante compañeros, adelante sin vacilar. Cataluña entera tiene el pensamiento fijo en vosotros. Nosotros os deseamos un feliz resultado en la tarea que os habéis impuesto. No dudamos que sabréis discutir los temas con alteza de miras, con juicio recto y como amantes de la libertad y la justicia. Sed vosotros los apóstoles del sindicalismo, sed junto con todos los hombres conscientes, la base de una organización potente y viril que, cual ariete, derrumbe con sus violentos choques, un día no lejano, los muros vacilantes de esta sociedad injusta y corrompida. Sin más, recibid un fraternal abrazo. Vuestros y de la causa: Carlos Anglés, José Dardes, Pedro Boada, Pedro Valero, Pedro Vandellós, Joaquín Vandellós, Jaime Sabanes.
Con esta sugerente imagen de un montón de tíos tirando la muralla a cabezazos, se acaba la novena sesión “a una hora muy avanzada” y se deja para la décima sesión la misma mesa.
El uno de julio. La décima sesión
A las diez de la mañana, es de suponer que todos los delegados están hastiados del Congreso, tal vez algo alucinados por la falta de sueño y el humo del tabaco, porque la discusión para elaborar los nuevos estatutos de que habría de dotarse la CRT (sexto agrupamiento) se resuelve con el nombramiento de una Comisión, que será la encargada de redactarlos…:
“En el sentido de que el Comité venga investido de todas sus capacidades ejecutivas, que haya en su seno secciones de estadísticas de producción, consumo, huelgas, invalidación para el trabajo, etc., etc., y que cuando los delegados tengan que votar alguna cuestión que afecten a todos los organismos que integren estas federaciones, lo hagan no por organismos, sino por número de representados”.
Se propone un cambio espectacular, porque hasta esa fecha los comités habían estado restringidos a un papel de mera coordinación y de envío de correspondencia. Pero en este momento no les parece suficiente. Y es que los militantes de los comités regionales y locales, estaban hasta las narices de que no se les hiciese caso, de que fuese imposible realizar una simple estadística de sindicatos y afiliados adheridos, porque, sencillamente, los sindicatos no les respondían a las circulares. Hay que ponerse en situación, en esa época, en la que no hay teléfono, ni Internet, y todo lo que se dicta, desde un acta a una circular, ha de hacerse a golpe de carta escrita a mano. Una tarea que consume horas y más horas de los secretarios. La desidia organizativa de las federaciones llevaba de cabeza a quienes deseaban hacer del sindicato una especie de máquina de guerra con capacidad de maniobra colectiva, eficaz y terrible. Pensaron entonces que eran precisos comités que acumulasen información y datos que permitiesen tomar decisiones sobre la marcha, sin tener que escribir veinte cartas y convocar una reunión a la que a la postre, iban a ir “los mismos de siempre”. Pero ese deseo de capacidad ejecutiva, de mando, de maniobra, chocaba frontalmente con un principio que no había sido tocado y que nadie había cuestionado: el de autonomía de las organizaciones.
“Artículo tercero: las federaciones adheridas a la confederación se regirán con la mayor autonomía posible, entendiéndose por esto la absoluta libertad en todos los asuntos profesionales relativos a los gremios que la integran”
Los sindicatos eran autónomos, las secciones eran autónomas, y los afiliados eran autónomos. Todos eran autónomos y tenían potestad para representar a la CRT allí donde fuera necesario…, por lo tanto los comités no podían ser ejecutivos. Por si eso fuera poco, existía una especie de desinterés que hacía que los afiliados no se preocupasen por “las cuestiones orgánicas”. Y era una especie de deporte el cuestionar a los comités en todas sus actuaciones. Y por eso, los comités siguieron teniendo una capacidad de maniobra muy limitada aunque el estatuto en ese momento les concediese mayor margen de actuación.
Despachado el tema de los estatutos, en lo que queda de la décima sesión van a tomarse acuerdos (séptimo agrupamiento y octavo de temas sueltos) para que los comités realizasen las gestiones que sean necesarias para liberar a los presos, para crear talleres en los que los inválidos por accidente o enfermedad puedan ganarse la vida sin recurrir a la mendicidad, para tomar medidas contra la militarización y la guerra, para constituir un sindicato de peones sin profesión concreta, para elaborar una “memoria” del Congreso…, y para establecer el procedimiento de extensión de las huelgas a otros sectores. Este acuerdo sería muy importante (aunque tomado a la carrera), porque daría lugar al poco tiempo (por tan solo el despido de cuatro trabajadores) a la huelga general de “La Canadiense” y a la promulgación de las ocho horas de trabajo…
Se termina la décima sesión lanzando un saludo a cuantos realizan esfuerzos para finalizar la guerra y “a los presos por cuestiones sociales que yacen en las mazmorras españolas, haciéndolo extensivo a todos los del mundo”. Y hecho todo esto se levanta el presidente de Mesa, emplazando al pueblo de Barcelona y a los delegados a asistir al mitin que ha de clausurar el acto a nueve y media de la noche, diez de la noche hora confederal. El público y los delegados se levantan sin aplaudir, charlan y toman el portante hasta que llega el crepúsculo, a las diez, hora del mitin. En él diversos oradores hacen un repaso a los temas y acuerdos tomados, y con él se da por finalizado el Congreso de Sans, el uno de julio de 1918, cerca de la media noche, entre apasionadas aclamaciones. El público se desparrama descansar. Van a comenzar a levantar el Sindicato Único al día siguiente.
Conclusión
Hace noventa años, un grupo de personas se sentó a discutir de manera orgánica cuáles iban a ser sus estrategias y tácticas para enfrentarse a los problemas de su tiempo. En sus deliberaciones no mencionaron la palabra anarquía ni una sola vez, aunque ella velase por sus pensamientos y acuerdos. Tomaron decisiones prácticas, definieron líneas de actuación y establecieron la estructura de sus organizaciones. No eran ni ángeles ni demonios, eran obreros que entraban en los despachos diciendo “somos la CNT”. No de la CNT, sino la propia CNT, el sindicato. Renunciaron a un poco de individualidad para hacerse grandes en lo colectivo. E hicieron grande al colectivo manifestando con energía su individualidad. Eran personas tan normales como tú y como tú, pero dieron el paso que convirtió al peón, al hojalatero, al pintor, a la tejedora, a la aceitunera, al marinero…, en personas extraordinarias como tú. No crearon una obra perfecta ni mucho menos, tan solo crearon un sindicato. Pero con ese simple acto, cambiaron nuestras vidas. Piénsalo: mucho de lo poco que tenemos hoy día, lo debemos a aquéllas personas capaces de ponerse en huelga sin caja de resistencia, de tomar decisiones colectivas, de definir intereses comunes, de poner en práctica sus acuerdos… Levantaron escuelas, periódicos y talleres cotizando céntimos de peseta. Fueron “Quijotes que se enfrentaron no a molinos, sino a verdaderos gigantes”. Dicen los historiadores que fracasaron: es mentira. No fracasa quien actúa y se equivoca. No fracasa el militante. Fracasa el que permanece pasivo, porque de ese modo se transforma en parte del problema. Si les derrotaron las fuerzas inmensas a las que plantaron cara, no fue por falta de valor, de energía y de ideas. Ni cayeron “por el peso de sus propias culpas”. Al contrario: ellos triunfaron porque demostraron que sus teorías eran válidas llevándolas a cabo, y sólo mediante una guerra en la que los capitalistas emplearon todo su poderío militar, pudieron exterminarlos… Pero nos dejaron sus conquistas laborales, sus mejoras, sus realizaciones, sus ideas y su ejemplo. Ese fue su triunfo, nuestra victoria, nuestra herencia, el triunfo de las viejas sociedades obreras de oficio que dieron paso a los sindicatos únicos, y ellos a la experiencia colectivista de la Revolución Española.
Y nosotros, ¿qué hacemos?, tú, que lees esto, ¿qué haces? No queremos criticar a los demás, sino levantar nuestras propias obras. No queremos recrearnos en el pasado, sino en el momento presente para darle respuesta. ¡Despierta! ¡Mira a tu alrededor! Tenemos enfrente una nueva catástrofe, que se anuncia como la llegada de un cometa: crisis energética, crisis de producción de alimentos, crisis económica, cambio climático, desertificación… ¿Qué nos dan los poderosos de la Tierra? Hambre, guerra, sed, epidemias, escasez, centros de internamiento, murallas y alambradas, policías golpeando mientras millones de personas piden trabajo, locura generalizada por donde se mire. Si la gente se arruina ellos se forran; y si la economía va bien ellos se forran. Ellos ahora siempre ganan. Sea como sea, los negociantes hacen su agosto mientras ven cómo los pobres –carentes de defensas ideológicas y de organización- luchan entre ellos y se matan unos a otros si llega el caso.
Pero nosotros seguimos estando aquí. Somos Joan Pey y Francisco Miranda. Estamos plantando batalla y no nos rendiremos nunca, jamás. Porque somos la CNT.
Apéndice
Emblema de la CNT: Heracles y el León de Nemea
Durante el congreso de Sans se realizaron varias llamadas al orden por parte de la Mesa, instando a las personas que no eran delegados y asistían al acto abarrotando la sala, a mantener el silencio. Vamos a describir una de esas regañinas.
En un rincón del fondo de la sala, cinco obreros discuten en murmullo audible mientras uno de ellos les muestra a los demás una serie de dibujos que representan a señoras con túnicas señalando a un sol radiante, niños jugando, prados llenos de frutas, campesinos cortando trigo, angelitos con palancas levantando el mundo… Incapaces de ponerse de acuerdo sobre cuál les gusta más, llaman a unas chicas del textil que están mirándoles.
- Compañeras, estamos viendo qué dibujo podemos emplear como escudo de la CNT. ¿Cuál os gusta más? Decidid vosotras.
Las chicas miran las diversas alegorías de la libertad, y señalan unánimes una de ellas.
- Esta –afirma una pelirroja-. ¿Qué significa?
- Esa –responde el artista- representa a Heracles luchando contra el León de Nemea. Este símbolo me gusta mucho. Heracles es un héroe mitológico al que los dioses ponen continuas zancadillas. Para emanciparse del rey Euristeo aceptó realizar doce trabajos imposibles. El primero fue acabar con el León de Nemea, una bestia enorme, invencible y de piel invulnerable que asolaba los campos de Grecia matando ganados y personas. Heracles la acosó y luchó a brazo partido con ella hasta que la estranguló. Y luego con las garras de la bestia cortó la piel y se hizo una armadura. Heracles representa al proletariado, que gracias a su fuerza, a su autodominio, a su astucia y a su valor, se enfrenta al Estado para emanciparse del Capital. Todo va rodeado por una corona de laurel que es el símbolo de la victoria.
- Ah, qué interesante y bonito –manifiesta otra muchacha-.
- ¿Y por qué habéis elegido este dibujo y no otro –pregunta el artista-?
- Pues…, por qué va a ser –responde la pelirroja- …, (risas), ¡porque está desnudo!
- ¿Tendrán la bondad –protesta el presidente con voz de pocos amigos- los compañeros del fondo de acabar su asamblea para que podamos seguir con el Congreso?
En años sucesivos se generalizaría, poco a poco, como símbolo de la CNT, la imagen de Hércules y el león.
Discursos del mitin de clausura
Discurso de Joan Peiró i Belis:
Proletarios de Barcelona, salud.
Estoy orgulloso de que toda la organización de Badalona me haya delegado para tan gran acto.
El Congreso de la Confederación Regional es testimonio de una alentadora esperanza para un futuro no lejano. Acaba de cumplir, el proletariado de Catalunya, una misión de las más alta trascendencia. El Congreso es el punto de partida del resurgimiento del proletariado catalán. Y los acuerdos tomas en él es necesario que sean un hecho lo antes posible. Nuestros intereses peligran. Es preciso hacerse fuertes contra el triunvirato del capitalismo, la religión y el Estado.
No me cansaré de repetirlo. Hay que tener en cuenta la necesidad que se impone de cumplir los acuerdos del Congreso.
La unión del proletariado de España es una aspiración general. Hace tiempo que hablamos de eso, y por encima de las tácticas y procedimientos, deben fusionarse la Confederación Nacional del Trabajo y la Unión General de Trabajadores, para luchar contra la tiranía del capitalismo. Pero si lo creyéramos necesidad del momento, nos equivocaríamos. Antes hay que agrupar nuestras fuerzas en potentes bloques.
¿Como? Hemos sintetizado la fórmula en Sindicatos Únicos de Ramo o Industria.
La causa de nuestra debilidad aparente es la disgregación. La organización en pequeños sindicatos es precaria; por que cada capilla mantiene siempre su criterio. Y este criterio a veces estrecho, impide que en nuestras luchas nos mostremos unidos. Eso nos hace débiles ante la burguesía.
Por eso sentimos la necesidad imperiosa de los Sindicatos de Industrias y sus similares.
Deben desaparecer también, para que sea más profundo nuestro espíritu de generosidad, las diferencias entre oficiales y aprendices, entre oficiales y peones de un mismo oficio.
Es un bochorno que obreros que son explotados por un solo burgués, estén divididos en dos o más sindicatos. Esto nos impide que al plantear nuestras luchas, demos a la burguesía la sensación de una fuerzas irresistible a cuyo empuje no podrá oponer obstáculo alguno. Antes al contrario, cree que con un poco de resistencia, hemos de abandonar nuestras demandas porqué nos faltan medios de resistencia y ataque para hacerlas prevalecer.
Para evitar eso precisa que impere entre todos los obreros un solo criterio. Los movimientos obreros necesitan que no haya un solo compañero que retroceda, para no fracasar.
Lo dicho en el Congreso sobra para que comprendáis la necesidad del sindicato único y la precisión de que cristalice en una realidad.
Logremos la constitución de los sindicatos únicos y podremos pensar en algo mejor que las cuestiones del momento. Logremos la constitución de los sindicatos únicos y podremos pensar en la propaganda del ideal.
Es un deber nuestro espiritualizarnos y borrar la grosería dominante. Pensemos en la armónica sociedad futura. Hagamos comprender a los que tienen prejuicios, que el sindicato sirve para conquistar la libertad y para restablecer un mayor estado de justicia.
Discurso de Salvador Seguí:
Compañeros: Os agradeceré un poco de silencio, lo que espero de vuestra benevolencia, porque mis condiciones físicas no permitirán, tal vez, que llegue mi voz a todos vosotros y harán que en este acto no me extienda en demasiadas consideraciones. Así, pues, seré muy breve; de ello doy promesa.
El Congreso que tiene su coronación en este acto, lo han dicho todos los que me han precedido en el uso de la palabra y yo lo repito, es de una importancia capitalísima. Lo es porque cuando creía la burguesía catalana que la Confederación Regional había recibido un golpe de muerte; que nuestras energías se habían agotado y nuestros métodos se habían declarado en quiebra, nos levantamos más fuertes que nunca, y con una potencia y una capacidad superiores conquistamos nuestras posiciones. Es mirando las luchas pasadas que se creía que el proletariado quedaría anémico, que no podría hacer más que una vida vegetativa, y que tendríamos que conformarnos con lo que se nos diera como una limosna.
El Congreso ha demostrado que los trabajadores de Cataluña no solamente sabrán desquitarse de los procedimientos con ellos empleados; ha demostrado también que nos han sobrado energías para ocuparnos de las cosas presentes y para discutir y preparar las cosas del porvenir.
El hecho anormal, la locura desencadenada de formas gigantescas que se ha producido en el mundo, ha despertado las conciencias y ha hecho ver la necesidad de preparamos para las luchas del porvenir. Los problemas que han de plantearse después de la universal matanza, no los resolverán los gobiernos capitalistas, porque ya la conciencia de los trabajadores no permite que se les engañe. No podrán resolverlo, porque el problema es de tan difícil solución que tal vez nosotros, en este momento, tampoco podríamos resolverlo si nos exigieran la responsabilidad de ello.
No hay posibilidad humana de hacerlo segura y matemáticamente. Es muy hondo. No es una solución lo que hacen los ingleses; no lo resuelve el vincular la riqueza en el Estado sino que hay que entregarla al pueblo que es el elemento creador de dicha riqueza. Lloyd George, a quien consideramos como el tipo representativo del nuevo sistema capitalista, que tiende a vincular la riqueza en el Estado, sufre una gran equivocación. Las 600.000 casas que se construyen en Inglaterra para entregarlas a los obreros después de la guerra, ya es hoy una solución mezquina. Lloyd George, en quien reconocemos, aunque sea nuestro adversario, una gran capacidad, fracasará. No se contentará con chozas quien ha ofrecido su vida; querrá la justicia y la libertad completas; rechazará la tutela del Estado. La guerra se prolonga porque la burguesía no encuentra una fórmula para terminarla. Y esto sucede lo mismo en Alemania y Austria, que en Francia, Italia e Inglaterra. Aceptemos la posibilidad de que sea cierta la expresión de Wilson cuando dice que los aliados encarnan la justicia; pero esta justicia y esta libertad no son la justicia y la libertad nuestras; no son la justicia y la libertad de los compañeros de los Estados Unidos y de los trabajadores del mundo entero.
La trascendencia del Congreso radica en que nos da la posibilidad de llevar a nuestras organizaciones el máximum de su potencia. Para ello no tenemos más que poner en práctica las pautas de. Organización que él nos ha trazado. Cuando termine la guerra, cuando las cuestiones se resuelvan más bien por los dictados de la pasión que por los consejos de cerebro, si no representamos una fuerza inmensa, si no somos una agrupación potentísima por nuestra cohesión y por nuestra capacidad, seremos juguetes de la burguesía.
Pero si nos superamos, si conquistamos nuestra capacidad y nos colocamos en condiciones de actuar de un modo enérgico, de hacer frente a todas las posibilidades de ataque, seremos respetados, atendidos y nos impondremos.
Compañeros: pasando por encima de todo, procuremos que la organización fuerte sea un hecho, para hacer frente a la burguesía catalana, a la burguesía española, a la burguesía del mundo todo.
¡Trabajadores de Barcelona que habéis sellado con vuestro entusiasmo la labor del Congreso Regional; camaradas delegados, que en representación de la Cataluña que piensa y trabaja asististeis a las tareas del Congreso cuyo epílogo hacemos esta noche aquí, yo en vuestro nombre saludo a todos los explotados de la tierra, que, como nosotros, esperan el reino de la justicia y de la libertad!
Han concluido las tareas del Congreso.
Ha terminado el acto.
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