Acracia real ¡Ya!
Cientos de debates, miles de formulaciones, infinidad de desilusiones y… al fin algo se agita. Llevamos décadas lamentándonos porque nada se mueve desde Mayo del 68, porque la gente es de piedra, porque nadie se revuelve; ¿y ahora qué? El momento que todos esperábamos, sin hacernos demasiadas ilusiones, se está gestando. Hoy el mundo nos mira, como ha mirado a Grecia y al norte de África; no podemos decepcionarlos. Puede que se quede en un bello conato, o en algo más profundo; esto sólo depende de nosotros. Sí, de nosotros, de que no permitamos que nos roben este momento.
Se ha puesto en marcha algo y no podemos conformarnos con mirar. En primer lugar, nos va a caer mucha mierda encima, sí, muchos improperios, muchas difamaciones. Tanto la izquierda como la derecha política, impostadamente enemistadas, han polarizado la vida social del Estado; ahora que ven que no les queremos ni a unos ni a otros, que sólo existen dos grupos: ellos y nosotros, opresores y oprimidos, ricos y pobres, se acurrucan de miedo y cierran filas. Ahora se rascan las espaldas en un enorme quid pro quo. Pero no os amilanéis. El miedo que demuestran ante una “simple protesta” es un síntoma de que esto puede ser algo más.
Sin embargo, esto no debe ser lo único que nos preocupe; este enemigo es fácil de identificar. Lo que debemos procurar ahora es que nadie capitalice este movimiento más que el propio descontento popular. Nos van a salir muchas “novias”, muchos “padres” y “tutores”, muchos que movidos por un “paternalismo bien pensante” van a querer reconducirnos, a nosotros, “pobres idealistas”, a una vía más “práctica” y “constructiva”. ¡No os dejéis engañar! Todo lo que huela a política, no entendida como administración de la polis, sino como “el arte de gobernar”, va a pretender desmantelar este movimiento e instrumentalizarlo. Vuestra única posibilidad pasa por escupirles lava a los “bomberos”, a los “apagafuegos”, a los politicuchos que quieran hacer con esto su agosto electoral. Y para ellos debéis evitar que un “programa de mínimos” haga mella en vosotros. ¿Reformar las leyes? ¿Redundar en el sistema librecambista o intentar radicalizar a la izquierda parlamentaria? ¿Pedir la intervención del Estado? Esto es ahorcarnos con nuestra propia mano pero con su cuerda. Decía un Revolucionario llamado Ricardo Flores Magón: “Las revoluciones fracasan porque, una vez que triunfan, los hombres dejan todo en manos del nuevo gobierno ‘revolucionario’... en lugar de hacerlo ellos mismos”. ¿Aún no se ha sucedido ninguna insurrección integral y ya estáis cumpliendo su augurio, pidiéndole a la ley y al sistema que reformen el mundo que ellos mismos han creado?
No esperéis nada de la Ley. La “legalidad” que algunos quieren respetar es la misma que legitima el robo legal en los salarios; en los préstamos bancarios y en la hipotecas; en el lucro comercial; en la renta del alquiler. Es la que sanciona los desahucios y las cargas policiales. Es la ley precisamente lo que blandirán si os echan de aquí el sábado. No esperéis tampoco nada del Estado, de ningún Estado, ni de ninguna de las instituciones que lo sostienen. El Estado y el Capital son un binomio: o el Capital usa como títere al Estado (dictadura capitalista), o el Estado se convierte en el único propietario (dictadura del partido); en uno y otro caso los obreros, los parados, los indigentes, se quedan sin nada. Sólo a vosotros corresponde decidir vuestro destino. Leo en algunas de vuestras pancartas que hay que “pedir lo imposible”, “ir a por todo”, y os conformáis con nacionalizaciones, reformas electorales y hacer de médicos del sistema cuando deberías de ser sus sepultureros. No os dejéis contagiar por el “pragmatismo” de los conservadores; si queréis Todo, no lo pidáis: TOMADLO.
Lo que nos hace falta es libre acceso al consumo, a la vivienda, a la comida. Lo que hace falta es que sean los propios obreros quienes controlen la producción; no nacionalizarla, aceptando al Estado como un “intermediario”, sino socializarla, hacerla verdaderamente popular. El sistema financiero y comercial no debe ser “reconducido”, sino destruido. Hemos de ser nosotros, de la manera que mejor nos parezca, con los medios directos de los que decidamos dotarnos, quienes gestionemos el intercambio, la productividad, el trabajo, nuestras propias vidas. El campo del acuerdo y de la experimentación queda expuesto a nuestro libre arbitrio: el arbitrio, por primera vez, de los productores/consumidores.
En definitiva, si entendéis “democracia” como la delegación de vuestra autonomía a favor de “líderes capacitados”, dejad de pedirla porque es lo que ya tenéis. Si entendéis “democracia” como la soberanía de cada miembro del pueblo sobre sí mismo, entonces habláis de Acracia, del espíritu del “que se vayan todos” y del “ninguno nos representa”. Prescindid de la palabra si queréis, pero ahora que estáis tan cerca de poner un hito digno de ser recordado, no os conforméis, no dejéis que desvirtúen esto que vuestra ilusión y vuestra indignación ha levantado. No pidáis un mínimo cuando podéis TOMAR EL MÁXIMO.
Fdo: El Orden de la Anarquía ordenanarquista@wanadoo.es
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