¡Votad, imbéciles, votad!
Si en el mundo nunca hubiera entrado la estupidez, tú, que te dispones a votar orgulloso/a y satisfecho/a el próximo domingo, con tu sólo gesto, le habrías abierto la puerta de par en par a esa molesta inquilina: la estupidez humana; compañera impenitente del votante.
Se te llena la boca hablando de “soberanía popular”, de que “si no votas, después no tienes derecho a quejarte”, de que “es un deber cívico” ¡Y una Mierda! ¿Tienes empresas? ¿Eres propietario de fincas y mansiones? ¿Eres jefe de algo o de alguien? ¿Tienes tan siquiera trabajo? Si contestas a todo eso que no y te reconoces como un simple desgraciado, con facturas, dolor de espalda y más problemas que suerte, ¿por qué coño votas? ¿Es que crees, alma de cántaro, que vas a cambiar algo? Si tienes edad de votar también tienes edad suficiente para haberte dado cuenta de que llevan gobernándonos desde que Cristo pegó las tres voces y que nada ha cambiado. ¿Qué cojones puede importarte a ti si gobiernan unos u otros? ¿Acaso crees que si gobiernan los ricachones de la gaviota lo van a hacer mejor que los ricachones de la rosa, que los de las banderas rojas, que los casposos del aguilucho franquista o que los que se llenan los bolsillos con el pretexto del nacionalismo? Todos son la misma mierda (con perdón para las mierdas). Se vistan con traje y corbata, con chamarras de pana, lleven gafas, barbita o bigotazo, todos son gente rica, que tienen más de lo que tú podrás soñar nunca, y que sólo piden tu consentimiento (el voto) para seguir siendo ricos y seguir mangoneándote. Sí, parece que se llevan a matar, pero cuando acaba el paripé de las ruedas de prensa, la ópera bufa del Parlamento, se estrechan las manos, van a tomarse una copa y se burlan de cómo nos la han colado. Pertenecen a la misma clase, defienden los mismos intereses, son la misma basura pero con distinto olor.
Quizás imaginas que entre esa morralla, que entre esa gentuza, que entre toda esa chusma malparida de “cuello blanco” a los que llamamos políticos, pueda encontrarse uno “honesto”. ¡Mentira! ¿O es que acaso todavía crees, pobre imbécil, en los Reyes Magos? Si fueran honestos se mandarían a mudar, dejarían de meternos en guerras, de darles más a los bancos y a la patronal que a los obreros y liquidarían el Estado; no lo hacen porque viven de este invento al que tú, con tu voto, das cancha.
Imagínate tan siquiera que pudiera algún día un obrero como nosotros llegar a gobernar, un tío sacado tal vez de esos partidos mohosos de hoces y martillos. Desde el mismo momento en que ese fulano se sienta en la poltrona se convierte en un sátrapa, en un desecho, en un gandul y un parásito, porque si no lo fuera reconocería la bancarrota del sistema económico y gubernamental y se abstendría de seguir jodiendo. Si está en un partido es porque es un mierda que aspira a explotar, y si no explota es por impotencia, no porque no sea lo suficientemente cabrón para hacerlo.
Dejad de esperar nada de arriba, estamos en crisis, estamos en paro, los recibos no cesan, las ayudas se acaban, el desahucio ya ha dejado en la calle a muchos. No vayáis a votar, coged ese día festivo y emplearlo en otra cosa, aunque sea en ir a la playa a ver cómo vuestra vida se va por el desagüe. Pero si os queda sangre en el cuerpo, sin trabajo o con uno que es una mierda, con un sueldo miserable y un jefe que es un desperdicio y que sólo se merece un guantazo, usaríais ese día para coger toda esa rabia acumulada y escupírsela a la cara a los verdaderos responsables: armadla en los colegios electorales; cargad contra la asquerosa CEOE y reducid a la nada a esa panda de cabrones; enseñadles a los Bancos cuánto duele la palabra No; hacedles saber al Gobierno y a los Capitalistas lo que es capaz de hacer un pueblo cabreado.
De lo contrario: ¡Votad, imbéciles, votad!
Fdo: El Orden de la Anarquía
2 comentarios:
Más claro, agua.
Votad imbesiles votad y yo no soy ningún imbesil así que sí lo eres tu pues veté a votar saludos
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