Oigo tu voz en trueno ¿Es dolor y llanto? ¿Es despertar y sobresalto? Levito sobre la ciudad en llamas ¿Qué de las ciudades orgullosas? ¿Dónde la sociedad gris? ¿Qué de la civilización y sus engranajes? Viene el clamor de entrañas, ya no es rumor timorato, algo nace en la raíz ¿Y los ríos negros? ¿Y el aire turbio? ¿Y la tierra yerma? ¿Dónde el secarral? ¿Dónde el pantano infecto? ¿Dónde la atmósfera embotada? Llega hasta mí la fresca caricia del céfiro, los pulmones de Eolo se limpian, mis pies se inundan de claridad turquesa, es la sangre generosa de Gea, que se alza sana y fuerte ¿Qué de sus hijos? ¿Qué de los viles de tiara y armiño? ¿Dónde las testas coronadas? ¿Relucen los estandartes y el mayal? ¿Qué de los tronos y el blasón? ¿Dónde están los ejércitos, las huestes y las mesnadas? ¿Dónde las patrias, los pendones y las murallas? ¿Dónde el altar, la oración y la genuflexión? ¿Qué del látigo, las chimeneas y las fábricas mugrientas? ¿Qué del ábaco, la balanza y el platillo? No me apunta ya la bayoneta, ni me señala la muchedumbre, ni me apercolla la tierra, camino firme, transcurro libre y silvestre, se abren a mi paso las veredas, me pierdo entre la vegetación y la maleza que se yergue altiva, altiva como Yo, no me esclaviza ya un papel, ni me cerca una valla, tampoco me explota mi hermano, ni me mata su dinero, ni me suprime su deseo, se cierne sobre mis huesos el imperio único de mi Voluntad, helo aquí, cabalgan los insurgentes, benditos salvajes, arrogantemente indomesticados, he aquí su obra, el Mundo sin Ley, la Vida sin Dios, el Hombre sin Amo.
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